Origenes Feature Sampler - Flipbook - Page 18
6
INMERSIÓN
•
ORÍGENES
2:23–3:13
«¡Al fin! —exclamó el hombre—.
¡Esta es hueso de mis huesos
y carne de mi carne!
Ella será llamada “mujer”
porque fue tomada del hombre».
Esto explica por qué el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a
su esposa, y los dos se convierten en uno solo.
Ahora bien, el hombre y su esposa estaban desnudos, pero no sentían
vergüenza.
La serpiente era el más astuto de todos los animales salvajes que el Señor
Dios había hecho. Cierto día le preguntó a la mujer:
—¿De veras Dios les dijo que no deben comer del fruto de ninguno de
los árboles del huerto?
—Claro que podemos comer del fruto de los árboles del huerto —contestó la mujer—. Es solo del fruto del árbol que está en medio del huerto
del que no se nos permite comer. Dios dijo: “No deben comerlo, ni siquiera tocarlo; si lo hacen, morirán”.
—¡No morirán! —respondió la serpiente a la mujer—. Dios sabe que,
en cuanto coman del fruto, se les abrirán los ojos y serán como Dios, con
el conocimiento del bien y del mal.
La mujer quedó convencida. Vio que el árbol era hermoso y su fruto
parecía delicioso, y quiso la sabiduría que le daría. Así que tomó del fruto
y lo comió. Después le dio un poco a su esposo que estaba con ella, y él
también comió. En ese momento, se les abrieron los ojos, y de pronto
sintieron vergüenza por su desnudez. Entonces cosieron hojas de higuera
para cubrirse.
Cuando soplaba la brisa fresca de la tarde, el hombre y su esposa oyeron al Señor Dios caminando por el huerto. Así que se escondieron del
Señor Dios entre los árboles. Entonces el Señor Dios llamó al hombre:
—¿Dónde estás?
El hombre contestó:
—Te oí caminando por el huerto, así que me escondí. Tuve miedo porque estaba desnudo.
—¿Quién te dijo que estabas desnudo? —le preguntó el Señor Dios—.
¿Acaso has comido del fruto del árbol que te ordené que no comieras?
El hombre contestó:
—La mujer que tú me diste fue quien me dio del fruto, y yo lo comí.
Entonces el Señor Dios le preguntó a la mujer:
—¿Qué has hecho?
—La serpiente me engañó —contestó ella—. Por eso comí.