Origenes Feature Sampler - Flipbook - Page 17
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GéNESIS
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Así quedó terminada la creación de los cielos y de la tierra, y de todo
lo que hay en ellos. Cuando llegó el séptimo día, Dios ya había
terminado su obra de creación, y descansó de toda su labor. Dios
bendijo el séptimo día y lo declaró santo, porque ese fue el día en que
descansó de toda su obra de creación.
Este es el relato de la creación de los cielos y la tierra.
Cuando el Señor Dios hizo la tierra y los cielos, no crecían en ella plantas
salvajes ni grano porque el Señor Dios aún no había enviado lluvia para
regar la tierra, ni había personas que la cultivaran. En cambio, del suelo
brotaban manantiales que regaban toda la tierra. Luego el Señor Dios
formó al hombre del polvo de la tierra. Sopló aliento de vida en la nariz
del hombre, y el hombre se convirtió en un ser viviente.
Después, el Señor Dios plantó un huerto en Edén, en el oriente, y allí
puso al hombre que había formado. El Señor Dios hizo que crecieran
del suelo toda clase de árboles: árboles hermosos y que daban frutos deliciosos. En medio del huerto puso el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal.
Un río salía de la tierra del Edén que regaba el huerto y después se dividía en cuatro ramales. El primero, llamado Pisón, rodeaba toda la tierra
de Havila, donde hay oro. El oro de esa tierra es excepcionalmente puro;
también se encuentran allí resinas aromáticas y piedras de ónice. El segundo, llamado Gihón, rodeaba toda la tierra de Cus. El tercero, llamado
Tigris, corría al oriente de la tierra de Asiria. El cuarto se llama Éufrates.
El Señor Dios puso al hombre en el jardín de Edén para que se ocupara de él y lo custodiara; pero el Señor Dios le advirtió: «Puedes comer
libremente del fruto de cualquier árbol del huerto, excepto del árbol del
conocimiento del bien y del mal. Si comes de su fruto, sin duda morirás».
Después, el Señor Dios dijo: «No es bueno que el hombre esté solo.
Haré una ayuda ideal para él». Entonces el Señor Dios formó de la tierra
todos los animales salvajes y todas las aves del cielo. Los puso frente al
hombre para ver cómo los llamaría, y el hombre escogió un nombre para
cada uno de ellos. Puso nombre a todos los animales domésticos, a todas
las aves del cielo y a todos los animales salvajes; pero aún no había una
ayuda ideal para él.
Entonces el Señor Dios hizo que el hombre cayera en un profundo
sueño. Mientras el hombre dormía, el Señor Dios le sacó una de sus costillas y cerró la abertura. Entonces el Señor Dios hizo de la costilla a una
mujer, y la presentó al hombre.