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INMERSIÓN
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P O E TA S
77:16–78:8
Cuando el mar Rojo te vio, oh Dios,
sus aguas miraron y temblaron;
el mar se estremeció hasta las profundidades.
Las nubes derramaron lluvia;
el trueno retumbó en el cielo;
tus flechas destellaron como rayos.
Tu trueno rugió desde el torbellino;
¡los relámpagos iluminaron el mundo!
La tierra tembló y se estremeció.
Te abriste camino a través del mar
y tu sendero atravesó las poderosas aguas,
¡una senda que nadie sabía que estaba allí!
Guiaste a tu pueblo por ese camino como a un rebaño de ovejas,
con Moisés y Aarón de pastores.
SALMO 78
Salmo de Asaf.
Oh pueblo mío, escucha mis enseñanzas;
abre tus oídos a lo que digo,
porque te hablaré por medio de una parábola.
Te enseñaré lecciones escondidas de nuestro pasado,
historias que hemos oído y conocido,
que nos transmitieron nuestros antepasados.
No les ocultaremos estas verdades a nuestros hijos;
a la próxima generación le contaremos
de las gloriosas obras del Señor,
de su poder y de sus imponentes maravillas.
Pues emitió sus leyes a Jacob;
entregó sus enseñanzas a Israel.
Les ordenó a nuestros antepasados
que se las enseñaran a sus hijos,
para que la siguiente generación las conociera
—incluso los niños que aún no habían nacido—,
y ellos, a su vez, las enseñarán a sus propios hijos.
De modo que cada generación volviera a poner su esperanza
en Dios
y no olvidara sus gloriosos milagros,
sino que obedeciera sus mandamientos.
Entonces no serán obstinados, rebeldes e infieles
como sus antepasados,
quienes se negaron a entregar su corazón a Dios.