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INMERSIÓN
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P O E TA S
68:26–69:4
Alaben a Dios, todos los del pueblo de Israel;
alaben al Señor, la fuente de vida de Israel.
Miren, la pequeña tribu de Benjamín va al frente;
le sigue una gran multitud de gobernantes de Judá
y todos los gobernantes de Zabulón y Neftalí.
Oh Dios, haz que tu poder se presente;
despliega tu poder, oh Dios, como lo has hecho en el pasado.
Los reyes de la tierra traen tributo
a tu templo en Jerusalén.
Reprende a estas naciones enemigas,
a estos animales salvajes que acechan entre los juncos,
a esta manada de toros en medio de los becerros más débiles.
Hazlos traer barras de plata como humilde tributo.
Dispersa a las naciones que se deleitan en la guerra.
Que Egipto venga con regalos de metales preciosos;
que Etiopía le lleve tributo a Dios.
Canten a Dios, reinos de la tierra;
canten alabanzas al Señor.
Interludio
Canten al que cabalga por los cielos antiguos;
su poderosa voz truena desde los cielos.
Cuéntenles a todos acerca del poder de Dios.
Su majestad brilla sobre Israel;
su fuerza es poderosa en los cielos.
Dios es imponente en su santuario;
el Dios de Israel le da poder y fuerza a su pueblo.
¡Alabado sea Dios!
SALMO 69
Para el director del coro: salmo de David; cántese con la melodía de «Los lirios».
Sálvame oh Dios,
porque las aguas de la inundación me llegan al cuello.
Me hundo cada vez más en el fango;
no encuentro dónde apoyar mis pies.
Estoy en aguas profundas,
y el torrente me cubre.
Estoy agotado de tanto gritar por ayuda;
tengo la garganta reseca.
Mis ojos están hinchados de tanto llorar,
a la espera de la ayuda de mi Dios.
Los que me odian sin motivo