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INMERSIÓN
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P O E TA S
58:5–59:7
y hacen oídos sordos a las melodías de los encantadores de serpientes,
aunque toquen con mucha destreza.
¡Quiébrales los colmillos, oh Dios!
¡Destrózales las mandíbulas a estos leones, oh Señor!
Que desaparezcan como agua en tierra sedienta;
que sean inútiles las armas en sus manos.
Que sean como caracoles que se disuelven y se hacen baba,
como un niño que nace muerto y que nunca verá el sol.
Dios los barrerá a todos, tanto a jóvenes como a ancianos,
más rápido de lo que se calienta una olla sobre espinos ardientes.
Los justos se alegrarán cuando vean la injusticia vengada;
se lavarán los pies en la sangre de los perversos.
Entonces, por fin, todos dirán:
«Es verdad que hay recompensa para los que viven para Dios;
es cierto que existe un Dios que juzga con justicia aquí en la tierra».
SALMO 59
Para el director del coro: salmo de David, acerca de cuando Saúl envió soldados a vigilar la casa de David para matarlo. Cántese con la melodía de «¡No
destruyas!».
Rescátame de mis enemigos, oh Dios;
protégeme de los que han venido a destruirme.
Rescátame de estos criminales;
sálvame de estos asesinos.
Me han tendido una emboscada.
Enemigos feroces están a la espera, Señor,
aunque yo no pequé ni los he ofendido.
No hice nada malo,
sin embargo, se preparan para atacarme.
¡Despierta! ¡Mira lo que sucede y ayúdame!
Oh Señor, Dios de los Ejércitos Celestiales, el Dios de Israel,
despierta y castiga a esas naciones hostiles;
no tengas misericordia de los traidores malvados.
Interludio
Salen de noche
gruñendo como perros feroces
mientras merodean por las calles.
Escucha la basura que sale de sus bocas;
sus palabras cortan como espadas.
Dicen con desdén: «Después de todo, ¿quién puede oírnos?».