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INMERSIÓN
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P O E TA S
7:21–8:16
¿Por qué mejor no perdonas mi pecado
y me quitas la culpa?
Pues pronto me acostaré en el polvo y allí moriré.
Cuando me busques, me habré ido».
Entonces Bildad, el suhita, respondió a Job:
«¿Hasta cuándo seguirás hablando así?
Suenas como un viento rugiente.
¿Acaso Dios tuerce la justicia?
¿Tuerce el Todopoderoso lo que es recto?
Seguramente tus hijos pecaron contra él,
y por eso el castigo estaba bien merecido;
pero si oras a Dios
y buscas el favor del Todopoderoso,
si eres puro y vives con integridad,
sin duda que él se levantará y devolverá la felicidad a tu hogar.
Aunque comenzaste con poco,
terminarás con mucho.
»Tan solo pregunta a la generación anterior;
presta atención a la experiencia de nuestros antepasados,
porque nacimos apenas ayer y no sabemos nada;
nuestros días sobre la tierra son tan fugaces como una sombra.
Sin embargo, los que vivieron antes que nosotros te enseñarán;
te enseñarán la sabiduría de antaño.
»¿Pueden crecer altas las cañas del papiro donde no hay pantanos?
¿Pueden crecer en abundancia las hierbas de pantano donde no hay
agua?
Cuando están floreciendo y aún no están listas para ser cortadas,
empiezan a marchitarse más rápido que la hierba.
Lo mismo les ocurre a todos los que se olvidan de Dios;
las esperanzas de los que viven sin Dios se evaporan.
Su confianza pende de un hilo;
se apoyan en una tela de araña.
Se aferran a su hogar para sentirse seguros, pero esa seguridad no
durará;
intentan retenerla con firmeza, pero no permanecerá.
Los que no tienen a Dios parecen una planta frondosa que crece al sol,
y que extiende sus ramas por el jardín;