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INMERSIÓN
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P O E TA S
8:16–9:12
tendrán algo de felicidad junto con todo el arduo trabajo que Dios les da
bajo el sol.
Mientras buscaba la sabiduría y observaba las cargas que lleva la gente
aquí en la tierra, descubrí que la actividad no cesa ni de día ni de noche.
Me di cuenta de que nadie puede descubrir todo lo que Dios está haciendo
bajo el sol. Ni siquiera los más sabios lo descubren todo, no importa lo
que digan.
También me dediqué a investigar lo siguiente: si bien Dios tiene en sus
manos las acciones de los sabios y de los justos, nadie sabe si D
ios les
mostrará su favor. A la larga, a todos les espera el mismo destino, sean
justos o malvados, buenos o malos, religiosos o no religiosos, estén o no
ceremonialmente puros. Las personas buenas reciben el mismo trato que
los pecadores, y las personas que hacen promesas a D
ios reciben el mismo
trato que los que no las hacen.
¡Parece tan mal que todo el mundo bajo el sol tenga el mismo destino!
Ya torcida por el mal, la gente elige su propio camino de locura, porque
nadie tiene esperanza. Sea como fuere, lo único que hay por delante es la
muerte. Hay esperanza solo para los que están vivos. Como se suele decir:
«¡Más vale p erro vivo que león muerto!».
Los que están vivos al menos saben que un día van a morir, pero los
muertos no saben nada. Ya no reciben más recompensas, y nadie los recuerda. Lo que hayan hecho en su vida —amar, odiar, envidiar— pasó ya
hace mucho. Ya no son parte de nada en este mundo. Así que, ¡adelante!
Come tus alimentos con alegría y bebe tu vino con un corazón contento,
¡porque Dios lo aprueba! ¡Vístete con ropa elegante y échate un poco de
perfume!
Vive feliz junto a la mujer que amas, todos los insignificantes días de vida
que Dios te haya dado bajo el sol. La esposa que D
ios te da es la recompensa por todo tu esfuerzo terrenal. Todo lo que hagas, hazlo bien, pues
cuando vayas a la tumba no habrá trabajo ni proyectos ni conocimiento
ni sabiduría.
Observé algo más bajo el sol. El corredor más veloz no siempre gana la
carrera y el guerrero más fuerte no siempre gana la batalla. Los sabios a
veces pasan hambre, los habilidosos no necesariamente son ricos, y los
bien instruidos no siempre tienen éxito en la vida. Todo depende de la
suerte, de estar en el lugar correcto en el momento oportuno.
La gente nunca puede predecir cuándo vendrán tiempos difíciles. Como