Inmersion Poetas - Flipbook - Page 202
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C antar de los C antares
¡He entrado en mi jardín, tesoro mío, esposa mía!
Recojo mirra entre mis especias,
y disfruto del panal con mi miel
y bebo vino con mi leche.
Oh amante y amada: ¡coman y beban!
¡Sí, beban su amor hasta saciarse!
Yo dormía, pero mi corazón estaba atento,
cuando oí que mi amante tocaba a la puerta
y llamaba:
«Ábreme, tesoro mío, amada mía,
mi paloma, mi mujer perfecta.
Mi cabeza está empapada de rocío,
mi cabello, con la humedad de la noche».
Pero yo le respondí:
«Me he quitado el vestido,
¿por qué debería vestirme otra vez?
He lavado mis pies,
¿por qué debería ensuciarlos?».
Mi amante trató de abrir el cerrojo de la puerta,
y mi corazón se estremeció dentro de mí.
Salté para abrirle la puerta a mi amor,
y mis manos destilaron perfume.
Mis dedos goteaban preciosa mirra
mientras yo corría el pasador.
Le abrí a mi amado,
¡pero él ya se había ido!
Se me desplomó el corazón.
Lo busqué
pero no pude encontrarlo.
Lo llamé
pero no tuve respuesta.
Los guardias nocturnos me encontraron
mientras hacían sus rondas.
Me golpearon y me lastimaron
y me arrancaron el velo,
aquellos guardias del muro.
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