Inmersion Poetas - Flipbook - Page 104
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S almos
Oí una voz desconocida que decía:
«Ahora quitaré la carga de tus hombros;
liberaré tus manos de las tareas pesadas.
Clamaste a mí cuando estabas en apuros, y yo te salvé;
respondí desde el nubarrón
y puse a prueba tu fe cuando no había agua en Meriba.
Interludio
»Escúchame, pueblo mío, en tanto te doy severas advertencias.
¡Oh Israel, si tan solo me escucharas!
Jamás debes tener un dios extranjero;
nunca debes inclinarte frente a un dios falso.
Pues fui yo, el Señor tu Dios,
quien te rescató de la tierra de Egipto.
Abre bien tu boca, y la llenaré de cosas buenas.
»Pero no, mi pueblo no quiso escuchar;
Israel no quiso que estuviera cerca.
Así que dejé que siguiera sus tercos deseos
y que viviera según sus propias ideas.
¡Oh, si mi pueblo me escuchara!
¡Oh, si Israel me siguiera y caminara por mis senderos!
¡Qué rápido sometería a sus adversarios!
¡Qué pronto pondría mis manos sobre sus enemigos!
Los que odian al Señor se arrastrarían delante de él;
quedarían condenados para siempre.
Pero a ustedes los alimentaría con el mejor trigo;
los saciaría con miel silvestre de la roca».
SALMO 82
Salmo de Asaf.
Dios preside la corte de los cielos;
pronuncia juicio en medio de los seres celestiales:
«¿Hasta cuándo dictarán decisiones injustas
que favorecen a los malvados?
»Hagan justicia al pobre y al huérfano;
defiendan los derechos de los oprimidos y de los
desposeídos.
Rescaten al pobre y al indefenso;
líbrenlos de las garras de los malvados.
Pero esos opresores no saben nada;
¡son tan ignorantes!
Interludio