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INMERSIÓN
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CRÓNICAS
2C | 26:9-23
Uzías construyó torres fortificadas en Jerusalén en la puerta de la Esquina, en la puerta del Valle y en el ángulo de la muralla. También construyó fuertes en el desierto y cavó muchas cisternas de agua, porque tenía
grandes manadas de animales en las colinas de Judá y en las llanuras. También era un hombre que amaba la tierra. Tenía muchos trabajadores que
cuidaban de sus granjas y de sus viñedos, tanto en las laderas como en los
valles fértiles.
Uzías tenía un ejército de guerreros bien entrenados, listos para marchar a la batalla, unidad por unidad. Este ejército había sido reunido y
organizado por Jeiel, el secretario del ejército, y por su ayudante Maaseías.
Estaban bajo el mando de Hananías, uno de los funcionarios del rey. Estos
regimientos de poderosos guerreros eran comandados por 2600 jefes de
clanes. El ejército estaba formado por 307.500 hombres, todos soldados
selectos. Estaban preparados para ayudar al rey contra cualquier enemigo.
Uzías proveyó a todo el ejército de escudos, lanzas, cascos, cotas de
malla, arcos y piedras para hondas. También edificó estructuras sobre las
murallas de Jerusalén, diseñadas por expertos para proteger a los que disparaban flechas y lanzaban grandes piedras desde las torres y las esquinas
de la muralla. Su fama se extendió por todas partes porque el Señor le dio
maravillosa ayuda, y llegó a ser muy poderoso.
Pero cuando llegó a ser poderoso, Uzías también se volvió orgulloso, lo
cual resultó en su ruina. Pecó contra el S eñor su Dios cuando entró al
santuario del templo del Señor y personalmente quemó incienso sobre el
altar del incienso. Azarías, el sumo sacerdote, fue tras él junto con ochenta
sacerdotes del Señor, todos ellos hombres valientes. Enfrentaron al rey
Uzías y le dijeron: «No es a usted, Uzías, a quien c orresponde quemar
incienso al S eñor. Eso es función exclusiva de los sacerdotes, los descendientes de Aarón, los cuales son apartados para este servicio. Salga del
santuario, porque ha pecado. ¡El Señor Dios no le honrará por esto!».
Uzías, que tenía en sus manos un recipiente para quemar incienso, se
puso furioso; y mientras expresaba su rabia contra los sacerdotes, ante el
altar del incienso en el templo del Señor, de pronto le brotó lepra en la
frente. Cuando Azarías, el sumo sacerdote, y los demás sacerdotes vieron
la lepra, lo sacaron del templo a toda prisa. El propio rey estaba ansioso
por salir porque el Señor lo había herido. De modo que el rey Uzías tuvo
lepra hasta el día de su muerte. Vivió aislado en una casa aparte, porque
fue excluido del templo del Señor. Su hijo Jotam quedó encargado del
palacio real y él gobernaba a los habitantes del reino.
Los demás acontecimientos del reinado de Uzías, desde el principio hasta
el fin, están registrados por el profeta Isaías, hijo de Amoz. Cuando Uzías