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INMERSIÓN
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CRÓNICAS
2C | 12:7–13:5
—¡El Señor es justo al hacer esto con nosotros!
Cuando el S eñor vio el cambio de actitud en ellos, le dio este mensaje
a Semaías: «Puesto que el pueblo se ha humillado, no lo destruiré completamente y pronto le daré cierto alivio. No usaré a Sisac para derramar
mi enojo sobre Jerusalén; pero serán súbditos de Sisac, para que conozcan
la diferencia entre servirme a mí y servir a los gobernantes terrenales».
Entonces el rey Sisac de Egipto subió y atacó Jerusalén. Saqueó los tesoros del templo del S eñor y del palacio real; robó todo, incluso los escudos
de oro que Salomón había hecho. Tiempo después, el rey Roboam los
reemplazó con escudos de bronce y los confió al cuidado de los comandantes de la guardia, quienes protegían la entrada del palacio real. Cada
vez que el rey iba al templo del Señor, los guardias llevaban los escudos
y luego los devolvían al cuarto de guardia. Como Roboam se humilló, se
apartó el enojo del S eñor y no lo destruyó por completo. Aún quedaban
algunas cosas buenas en la tierra de Judá.
El rey Roboam se estableció firmemente en Jerusalén y siguió gobernando.
Tenía cuarenta y un años cuando subió al trono y reinó diecisiete años en
Jerusalén, la ciudad que el Señor había elegido entre todas las tribus de
Israel como el lugar para honrar su nombre. Su madre era una mujer de
Amón que se llamaba Naama. Fue un rey malvado, porque no buscó al
Señor con todo el corazón.
Los demás acontecimientos del reinado de Roboam, desde el principio
hasta el fin, están anotados en El registro de Semaías el profeta y en El registro
de Iddo el vidente, que forman parte del registro genealógico. Roboam y
Jeroboam estaban constantemente en g uerra el uno contra el otro. Cuando
Roboam murió, lo enterraron en la Ciudad de David. Luego su hijo Abías
lo sucedió en el trono.
Abías comenzó a gobernar Judá en el año dieciocho del reinado de Jeroboam en I srael. Reinó en Jerusalén tres años. Su madre se llamaba Maaca,
y era hija de Uriel de Guibeá.
Luego estalló la g uerra entre Abías y Jeroboam. Judá, dirigido por el rey
Abías, entró en acción con un ejército de cuatrocientos mil guerreros selectos, mientras Jeroboam reunió una tropa selecta de ochocientos mil
hombres de Israel.
Cuando el ejército de Judá llegó a la zona montañosa de Efraín, Abías,
de pie sobre el monte Zemaraim, le gritó a Jeroboam y a todo Israel: «¡Escúchenme! ¿No se dan cuenta de que el Señor, D
ios de Israel, hizo un
pacto duradero con David, y les dio a él y a sus descendientes el trono