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C rónicas – E S D R A S – N E H E M Í A S
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«Oh Señor, Dios de Israel, no hay Dios como tú en los cielos ni en
la tierra. Tú cumples tu pacto y muestras amor inagotable a quienes
andan delante de ti de todo corazón. Has cumplido tu promesa a tu
siervo David, mi padre. Pronunciaste esa promesa con tu boca y hoy
la has cumplido con tus propias manos.
»Ahora, oh Señor, Dios de Israel, lleva a cabo la otra promesa
que le hiciste a tu siervo David, mi padre, cuando le dijiste: “Si
tus descendientes cuidan su comportamiento y siguen mi ley con
fidelidad, así como tú lo has hecho, siempre habrá uno de ellos
sentado en el trono de Israel”. Ahora, oh Señor, Dios de Israel,
cumple esta promesa que le hiciste a tu siervo David.
»¿Pero es realmente posible que Dios habite en la tierra, entre
seres humanos? Ni siquiera los cielos más altos pueden contenerte,
¡mucho menos este templo que he construido! Sin embargo, escucha
mi oración y mi súplica, oh Señor mi Dios. Oye el clamor y la
oración que tu siervo te eleva. Que día y noche tus ojos estén sobre
este templo, este lugar del cual tú has dicho que allí pondrías tu
nombre. Que siempre oigas las oraciones que elevo hacia este lugar.
Que atiendas las peticiones humildes y fervientes de mi parte y de tu
pueblo Israel cuando oremos hacia este lugar. Sí, óyenos desde el cielo
donde tú vives y, cuando nos escuches, perdona.
»Si alguien agravia a otra persona y se le exige que haga juramento
de inocencia ante tu altar en este templo, oye entonces desde el
cielo y juzga entre tus siervos, entre el acusador y el acusado. Paga
al culpable según su merecido; absuelve al inocente debido a su
inocencia.
»Si tu pueblo Israel cae derrotado ante sus enemigos por haber
pecado contra ti, pero luego vuelve y reconoce tu nombre y eleva
oraciones a ti en este templo, oye entonces desde el cielo y perdona el
pecado de tu pueblo Israel, y hazlo volver a esta tierra que diste a ellos
y a sus antepasados.
»Si los cielos se cierran y no hay lluvia porque tu pueblo ha
pecado contra ti, y si luego ellos oran hacia este templo y reconocen
tu nombre y se apartan de sus pecados, porque tú los has castigado,
oye entonces desde el cielo y perdona los pecados de tus siervos,
de tu pueblo Israel. Enséñales a seguir el camino correcto y envía
lluvia sobre tu tierra, la tierra que diste a tu pueblo como su preciada
posesión.
»Si hay hambre en la tierra, o pestes, o plagas en los cultivos, o
ataques de langostas u orugas, o si los enemigos de tu pueblo invaden
el territorio y sitian las ciudades —cualquiera sea el desastre o la
enfermedad que ocurra—; si luego tu pueblo Israel ora por sus