Inmersion Cronicas NTV - Flipbook - Page 194
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D aniel
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hemos pecado y estamos llenos de maldad. En vista de tus fieles
misericordias, por favor, Señor, aparta tu enojo y furor de tu ciudad,
Jerusalén, tu monte santo. Todas las naciones vecinas se burlan de
Jerusalén y de tu pueblo por causa de nuestros pecados y de los
pecados de nuestros antepasados.
»¡Oh Dios nuestro, oye la oración de tu siervo! Escucha mientras te
hago mis ruegos. Por amor a tu nombre, Señor, vuelve a sonreírle a tu
desolado santuario.
»Oh Dios mío, inclínate y escúchame. Abre tus ojos y mira
nuestra desesperación. Mira cómo tu ciudad —la ciudad que lleva tu
nombre— está en ruinas. Esto rogamos, no porque merezcamos tu
ayuda, sino debido a tu misericordia.
»Oh Señor, óyenos. Oh Señor, perdónanos. ¡Oh Señor, escúchanos
y actúa! Por amor a tu nombre, no te demores, oh mi Dios, porque tu
pueblo y tu ciudad llevan tu nombre».
Yo seguí orando y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo, rogándole al Señor mi Dios por Jerusalén, su monte santo. Mientras oraba,
Gabriel, a quien había visto en la visión anterior, se me acercó con rapidez a la hora del sacrificio vespertino. Él me explicó: «Daniel, he venido
hasta aquí para darte percepción y entendimiento. En cuanto comenzaste
a orar, se dio una orden y ahora estoy aquí para decírtela, porque eres muy
precioso para D
ios. Presta mucha atención, para que puedas entender el
significado de la visión.
»Un período de setenta conjuntos de siete se ha decretado para tu
pueblo y tu ciudad santa para poner fin a su rebelión, para terminar con
su pecado, para obtener perdón por su culpa, para traer justicia eterna,
para confirmar la visión profética y para ungir el Lugar Santísimo. ¡Ahora
escucha y entiende! Pasarán siete conjuntos de siete más sesenta y dos
conjuntos de siete desde el momento en que se dé la orden de reconstruir
Jerusalén hasta que venga un gobernante, el Ungido. Jerusalén será reconstruida con calles y fuertes defensas, a pesar de los tiempos peligrosos.
»Después de este período de sesenta y dos conjuntos de siete, matarán
al Ungido sin que parezca haber logrado nada y surgirá un gobernante
cuyos ejércitos destruirán la ciudad y el templo. El fin llegará con una
inundación; g uerra, y la miseria que a carrea, está decretada desde ese
momento hasta el fin. El gobernante firmará un tratado con el pueblo
por un período de un conjunto de siete, pero al cumplirse la mitad de
ese tiempo, pondrá fin a los sacrificios y a las ofrendas. Como punto culminante de todos sus terribles actos, colocará un objeto sacrílego que
causa profanación hasta que el destino decretado para este profanador
finalmente caiga sobre él».