Inmersion Cronicas NTV - Flipbook - Page 180
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D aniel
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alianzas matrimoniales; pero no se mantendrán unidos, así como el h ierro
y el barro no se mezclan.
»Durante los gobiernos de esos reyes, el D
ios del cielo establecerá un
reino que jamás será destruido o conquistado. Aplastará por completo a
esos reinos y permanecerá para siempre. Ese es el significado de la roca
cortada de la montaña, aunque no por manos humanas, que hizo pedazos la estatua de hierro, bronce, b arro, plata y oro. El gran D
ios estaba
mostrando al rey lo que ocurrirá en el futuro. El sueño es verdadero y el
significado, seguro.
Entonces el rey Nabucodonosor se postró ante Daniel y le rindió culto, y
mandó al pueblo que ofreciera sacrificios y quemara incienso dulce frente
a Daniel. El rey le dijo: «En verdad tu Dios es el más grande de todos los
dioses, es el Señor de los reyes, y es quien revela los misterios, porque tú
pudiste revelar este secreto».
Entonces el rey puso a Daniel en un puesto importante y le dio muchos
regalos valiosos. Nombró a Daniel gobernador de toda la provincia de Babilonia y jefe de todos los sabios del rey. A petición de Daniel, el rey puso
a Sadrac, Mesac y Abed-nego a cargo de todos los asuntos de la provincia
de Babilonia, mientras Daniel permaneció en la corte del rey.
El rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro que medía veintisiete metros de altura y dos metros y medio de ancho y la levantó sobre la llanura
de Dura, en la provincia de Babilonia. Luego envió mensajes a los altos
funcionarios, autoridades, gobernadores, asesores, tesoreros, jueces y magistrados y a todos los funcionarios provinciales para que asistieran a la
dedicación de la estatua que había levantado. De modo que todas estas
autoridades vinieron y se pusieron de pie ante la estatua que el rey Nabucodonosor había levantado.
Entonces un vocero proclamó: «¡Gente de todas las razas, naciones y
lenguas escuchen el mandato del rey! Cuando oigan tocar la trompeta, la
flauta, la cítara, la lira, el arpa, la zampoña y otros instrumentos musicales,
inclínense rostro en t ierra y rindan culto a la estatua de oro del rey Nabucodonosor. ¡Cualquiera que se rehúse a obedecer, será arrojado inmediatamente a un horno ardiente!».
Así que al sonido de los instrumentos musicales, toda la gente, de cualquier raza, nación o lengua, se inclinó rostro en t ierra y rindió culto a la
estatua de oro que había levantado el rey Nabucodonosor.
Sin embargo, algunos de los astrólogos se presentaron ante el rey y denunciaron a los judíos. Dijeron al rey Nabucodonosor: «¡Que viva el rey!
Usted emitió un decreto que exige a todo el pueblo inclinarse y rendir