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INMERSIÓN
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CRÓNICAS
4:12–5:9
rey en el patio interior sin haber sido invitado está condenado a morir, a
menos que el rey le extienda su cetro de oro. Y el rey no me ha llamado a
su presencia en los últimos treinta días». Así que Hatac le dio el mensaje
de Ester a Mardoqueo.
Mardoqueo le envió la siguiente respuesta a Ester: «No te creas que por
estar en el palacio escaparás cuando todos los demás judíos sean asesinados. Si te quedas callada en un momento como este, el alivio y la liberación
para los judíos surgirán de algún otro lado, pero tú y tus parientes morirán.
¿Quién sabe si no llegaste a ser reina precisamente para un momento como
este?».
Entonces Ester envió la siguiente respuesta a Mardoqueo: «Ve y reúne
a todos los judíos que están en Susa y hagan ayuno por mí. No coman ni
beban durante tres días, ni de noche ni de día; mis doncellas y yo haremos
lo mismo. Entonces, aunque es contra la ley, entraré a ver al rey. Si tengo
que morir, moriré». Así que Mardoqueo se puso en marcha e hizo todo
tal como Ester le había ordenado.
Al tercer día del ayuno, Ester se puso las vestiduras reales y entró en el patio
interior del palacio, que daba justo frente a la sala del rey. El rey estaba
sentado en su trono real, mirando hacia la entrada. Cuando vio a la reina
Ester de pie en el patio interior, ella logró el favor del rey y él le extendió el
cetro de oro. Entonces Ester se acercó y tocó la punta del cetro.
Entonces el rey le preguntó:
—¿Qué deseas, reina Ester? ¿Cuál es tu petición? ¡Te la daré, aun si fuera
la mitad del reino!
Y Ester contestó:
—Si al rey le agrada, venga el rey con Amán hoy al banquete que preparé
para el rey.
El rey se dirigió a sus asistentes y dijo: «Díganle a Amán que venga de
prisa a un banquete, como lo ha solicitado Ester». Así que el rey y Amán
fueron al banquete preparado por Ester.
Mientras bebían vino, el rey le dijo a Ester:
—Ahora dime lo que realmente quieres. ¿Cuál es tu petición? ¡Te la
daré, aun si fuera la mitad del reino!
Ester contestó:
—Mi petición y mi más profundo deseo es que, si he logrado el favor
del rey y si al rey le agrada conceder mi petición y hacer lo que le pido, le
ruego que venga mañana con Amán al banquete que prepararé para ustedes. Entonces explicaré de qué se trata todo este asunto.
¡Amán salió muy contento del banquete! Sin embargo, cuando vio a Mardoqueo sentado a la puerta del palacio y que no se puso de pie ni tembló