Inmersion Cronicas NTV - Flipbook - Page 162
ESTER
Estos hechos sucedieron en los días del rey Jerjes, quien reinó sobre ciento
veintisiete provincias, desde la India hasta Etiopía. En esa época, Jerjes
gobernaba su imperio desde el trono real, ubicado en la fortaleza de Susa.
En el tercer año de su reinado, hizo un banquete para todos sus nobles y
funcionarios. Invitó a todos los oficiales del ejército de Persia y Media,
y también a los príncipes y nobles de las provincias. La celebración duró
ciento ochenta días y fue una gran exhibición de la opulenta riqueza de su
imperio y de la pompa y el esplendor de su majestad.
Cuando todo terminó, el rey ofreció un banquete para todo el pueblo
que se encontraba en la fortaleza de Susa, desde el más importante hasta
el más insignificante. El banquete duró siete días y se realizó en el patio del
jardín del palacio. El patio estaba elegantemente decorado con cortinas de
algodón blanco y colgantes azules, sostenidos con cuerdas de lino y cintas
de color púrpura que pasaban por anillos de plata incrustados en columnas
de mármol. Había divanes de oro y de plata sobre un piso de mosaicos de
cuarzo, mármol, nácar y otras piedras costosas.
Las bebidas se servían en copas de oro de distintos diseños, y había vino
real en abundancia, lo cual reflejaba la generosidad del rey. Por decreto del
rey, no había límite de consumo, porque el rey había dado instrucciones
a todos los empleados del palacio de que sirvieran a cada hombre cuanto
quisiera.
Al mismo tiempo, la reina Vasti hizo un banquete para las mujeres en el
palacio real del rey Jerjes.
Al séptimo día de la fiesta, cuando el rey Jerjes estaba muy alegre a causa
del vino, les ordenó a los siete eunucos que lo servían —Mehumán, Bizta,
Harbona, Bigta, Abagta, Zetar y Carcas— que le trajeran a la reina Vasti
con la corona real en la cabeza. Quería que los nobles y los demás hombres
contemplaran su belleza, porque era una mujer sumamente hermosa; pero
cuando le comunicaron la orden del rey a la reina Vasti, ella se negó a ir.
Esa respuesta enfureció al rey y lo hizo arder de enojo.
Entonces el rey consultó de inmediato con sus sabios consejeros, quienes conocían todas las leyes y costumbres persas, porque siempre les pedía
151