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INMERSIÓN
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REINOS
11:28–12:3
Señor, quien es juez, decida hoy quién de nosotros tiene la razón: si
Amón o Israel».
Pero el rey de Amón no hizo caso al mensaje de Jefté.
En esa ocasión, el Espíritu del Señor vino sobre Jefté, y él recorrió toda
la tierra de Galaad y de Manasés, incluida Mizpa en Galaad y, desde allí,
lideró al ejército contra los amonitas. Y Jefté hizo un voto al Señor: «Si
me das la victoria sobre los amonitas, yo entregaré al Señor al primero
que salga de mi casa para recibirme cuando regrese triunfante. Lo sacrificaré como ofrenda quemada».
Así que Jefté dirigió al ejército contra los amonitas, y el Señor le dio la
victoria. Aplastó a los amonitas, devastó unas veinte ciudades desde Aroer
hasta una zona cerca de Minit, y desde allí hasta A
bel-keramim. De esa
forma, Israel derrotó a los amonitas.
Cuando Jefté volvió a su casa en Mizpa, su hija salió a recibirlo tocando
una pandereta y danzando de alegría. Ella era su hija única, ya que él no
tenía más hijos ni hijas. Cuando la vio, se rasgó la ropa en señal de angustia.
—¡Hija mía! —clamó—. ¡Me has destruido por completo! ¡Me has
traído una gran calamidad! Pues hice un voto al S eñor y no puedo dejar
de cumplirlo.
Y ella le dijo:
—Padre, si hiciste un voto al Señor, debes hacer conmigo lo que prometiste, porque el Señor te ha dado una gran victoria sobre tus enemigos,
los amonitas. Pero antes, permíteme hacer una sola cosa: déjame subir a
deambular por las colinas y a llorar con mis amigas durante dos meses,
porque moriré virgen.
—Puedes ir —le dijo Jefté.
Y la dejó salir por el término de dos meses. Ella y sus amigas subieron a
las colinas y lloraron porque ella nunca tendría hijos. Cuando volvió a su
casa, su padre cumplió el voto que había hecho, y ella murió virgen.
Así que se hizo costumbre en Israel que las jóvenes israelitas se ausentaran cuatro días cada año para lamentar la desgracia de la hija de Jefté.
Luego los hombres de Efraín movilizaron a un ejército y cruzaron el río
Jordán hasta Zafón. Entonces enviaron el siguiente mensaje a Jefté:
—¿Por qué no nos llamaste para que te ayudáramos a luchar contra los
amonitas? ¡Quemaremos tu casa contigo adentro!
Jefté respondió:
—¡Yo los convoqué cuando comenzó el conflicto, pero ustedes se negaron a venir! No quisieron ayudarnos a luchar contra Amón. De modo que,
al ver que no vendrían, arriesgué mi vida y salí a combatir sin ustedes, y
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