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INMERSIÓN
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REINOS
5:22-31
Luego los cascos de los caballos martillaron el suelo:
el galope resonante de los poderosos corceles de Sísara.
“Que sean malditos los habitantes de Meroz —dijo el ángel del
Señor—.
Que sean completamente malditos,
porque no vinieron para ayudar al Señor,
para ayudar al Señor contra los poderosos guerreros”.
»La más bendita entre las mujeres es Jael,
la esposa de Heber, el ceneo.
Bendita sea más que todas las mujeres que viven en carpas.
Sísara le pidió agua,
y ella le dio leche.
En un tazón digno de nobles,
le trajo yogur.
Después tomó una estaca con la mano izquierda,
y con la derecha, el martillo del trabajador.
Golpeó a Sísara con el martillo y le aplastó la cabeza;
con un terrible golpe le atravesó las sienes.
Él se desplomó, cayó,
quedó inmóvil, tendido a sus pies;
y allí donde cayó,
quedó muerto.
»Por la ventana se asomó la madre de Sísara.
Desde la ventana esperaba su regreso mientras decía:
“¿Por qué tarda tanto en llegar su carro?
¿Por qué no oímos el sonido de las ruedas del carro?”.
»Sus sabias mujeres le responden,
y ella se repite estas palabras a sí misma:
“Seguramente están repartiendo el botín que capturaron,
que tendrá una o dos mujeres para cada hombre.
Habrá túnicas llenas de todos los colores para Sísara,
y para mí, coloridas túnicas con bordados.
Seguro que en el botín hay
túnicas de colores y bordadas de ambos lados”.
»¡Señor, que todos tus enemigos mueran como Sísara;
pero los que te aman, que se levanten como el sol cuando brilla
con toda su fuerza!».
Después hubo paz en la tierra durante cuarenta años.
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