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INMERSIÓN
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REINOS
22:25–23:2
que, en el futuro, sus descendientes les digan a los nuestros: “¿Qué derecho
tienen ustedes de adorar al S eñor, D
ios de Israel? El S eñor ha puesto el
río Jordán como una barrera entre nuestra gente y ustedes, gente de Rubén
y de Gad. Ustedes no tienen derecho de afirmar que pertenecen al S eñor”.
Así, los descendientes de ustedes podrían impedirles a los nuestros que
adoraran al S eñor.
»Por eso decidimos construir el altar, no para presentar ofrendas quemadas o sacrificios, sino como un monumento conmemorativo. Les recordará a nuestros descendientes y a los de ustedes que nosotros también
tenemos el derecho de adorar al S eñor en su santuario con nuestros sacrificios, nuestras ofrendas quemadas y ofrendas de paz. Entonces sus descendientes no podrán decirles a los nuestros: “Ustedes no tienen derecho
de afirmar que pertenecen al Señor”.
»Si ellos dicen eso, nuestros descendientes podrán responder: “Miren
esta réplica del altar del Señor que construyeron nuestros antepasados.
No es para sacrificios ni ofrendas quemadas, es para recordarnos la relación que ambos tenemos con el Señor”. Lejos esté de nosotros rebelarnos
contra el Señor o apartarnos de él al construir nuestro propio altar para
presentar sacrificios, ofrendas quemadas y ofrendas de grano. Únicamente
el altar del Señor nuestro Dios —que está delante del tabernáculo—
puede usarse para ese propósito.
Cuando el sacerdote Finees y los líderes de la comunidad —cabezas de
los clanes de Israel— oyeron eso de boca de la tribu de Rubén, de la tribu
de Gad y de la media tribu de Manasés, quedaron conformes. Finees, hijo
del sacerdote Eleazar, les respondió:
—Hoy sabemos que el S eñor está entre nosotros, porque ustedes no
han cometido esa traición contra el S eñor como nosotros habíamos pensado. En cambio, han rescatado a Israel de ser destruido por mano del
Señor.
Después Finees, hijo del sacerdote Eleazar, y los otros líderes dejaron
a la tribu de Rubén y a la tribu de Gad en Galaad y regresaron a la tierra
de Canaán para contarles a los israelitas lo que había sucedido. Entonces
todos los israelitas quedaron conformes y alabaron a D
ios y no hablaron
más de hacer guerra contra Rubén y Gad.
La gente de Rubén y de Gad le puso al altar el nombre de «Testigo»,
porque dijeron: «Es un testigo entre nosotros y ellos de que el Señor es
también nuestro Dios».
Pasaron los años, y el S eñor le había dado al pueblo de I srael descanso
de todos sus enemigos. Josué, quien ya era muy viejo, reunió a todos los
ancianos, a los líderes, a los jueces y a los oficiales de I srael. Les dijo: «Ya
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