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Samue
2S
–REYES
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Durante el reinado de D
avid hubo un hambre que duró tres años. Entonces David consultó al S eñor, y el Señor dijo: «El hambre se debe a que
Saúl y su familia son culpables de la muerte de los gabaonitas».
Entonces el rey mandó llamar a los gabaonitas. No formaban parte de
Israel, pero eran todo lo que quedaba de la nación de los a morreos. El
pueblo de Israel había jurado no matarlos, pero Saúl, en su celo por Israel
y Judá, trató de exterminarlos. David les preguntó:
—¿Qué puedo hacer por ustedes? ¿Cómo puedo compensarlos para
que ustedes vuelvan a bendecir al pueblo del Señor?
—Bueno, el dinero no puede resolver este asunto entre nosotros y la familia de Saúl —le contestaron los gabaonitas—. Tampoco podemos exigir
la vida de cualquier persona de Israel.
—¿Qué puedo hacer entonces? —preguntó David—. Solo díganme, y
lo haré por ustedes.
Ellos respondieron:
—Fue Saúl quien planeó destruirnos, para impedir que tengamos un
lugar en el territorio de Israel. Así que entréguennos siete hijos de Saúl, y
los ejecutaremos delante del Señor en Gabaón en el monte del S eñor.
—Muy bien —dijo el rey— lo haré.
Debido al juramento que D
avid y Jonatán habían hecho delante del
Señor, el rey le perdonó la vida a Mefiboset, el hijo de Jonatán, nieto de
Saúl. Sin embargo, les entregó a los dos hijos de Saúl, Armoni y Mefiboset,
cuya madre fue Rizpa la hija de Aja. También les entregó a los cinco hijos
de la hija de Saúl, Merab, la esposa de Adriel, hijo de Barzilai de Mehola.
Los hombres de Gabaón los ejecutaron en el monte delante del Señor.
Los siete murieron juntos al comienzo de la cosecha de la cebada.
Después Rizpa, la hija de Aja y madre de dos de los hombres, extendió
una tela áspera sobre una roca y permaneció allí toda la temporada de
la cosecha. Ella evitó que las aves carroñeras despedazaran los cuerpos
durante el día e impidió que los animales salvajes se los comieran durante
la noche. Cuando David supo lo que había hecho Rizpa, la concubina de
Saúl, fue a ver a la gente de Jabes de Galaad para recuperar los huesos de
Saúl y de su hijo Jonatán. (Cuando los filisteos mataron a Saúl y a Jonatán
en el monte Gilboa, la gente de Jabes de Galaad robó sus cuerpos de la
plaza pública de B
et-sán donde los filisteos los habían colgado). De esa
manera David obtuvo los huesos de Saúl y Jonatán, al igual que los huesos
de los hombres que los gabaonitas habían ejecutado.
Luego el rey ordenó que enterraran los huesos en la tumba de Cis, padre
de Saúl, en la ciudad de Zela, en la tierra de Benjamín. Después Dios hizo
que terminara el hambre en la tierra.
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