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Samue
2S
–REYES
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derecho tienen de tratarnos con tanto desprecio? ¿Acaso no fuimos nosotros los primeros en hablar de traerlo de regreso para que fuera de nuevo
nuestro rey?
La discusión continuó entre unos y otros, y los hombres de Judá hablaron con más dureza que los de Israel.
Sucedió que había un alborotador allí de nombre Seba, hijo de Bicri,
un hombre de la tribu de Benjamín. Seba tocó un cuerno de carnero y
comenzó a repetir:
«¡Abajo la dinastía de David!
No nos interesa para nada el hijo de Isaí.
Vamos, hombres de Israel,
todos a sus casas».
Así que todos los hombres de Israel abandonaron a D
avid y siguieron a
Seba, hijo de Bicri. Pero los hombres de Judá se quedaron con su rey y lo
escoltaron desde el río Jordán hasta Jerusalén.
Cuando David llegó a su palacio en Jerusalén, tomó a las diez concubinas que había dejado para que cuidaran el palacio y las puso en reclusión.
Les proveyó para sus necesidades, pero no volvió a acostarse con ninguna.
De modo que cada una de ellas vivió como una viuda hasta que murió.
Luego D
avid le dijo a Amasa: «Moviliza al ejército de Judá dentro de
tres días y enseguida preséntate aquí». Así que Amasa salió a notificar a la
tribu de Judá, pero le llevó más tiempo del que le fue dado.
Por eso David le dijo a Abisai: «Seba, hijo de Bicri, nos va a causar más
daño que Absalón. Rápido, toma a mis tropas y persíguelo antes de que
llegue a alguna ciudad fortificada donde no podamos alcanzarlo».
Entonces Abisai y Joab, junto con la guardia personal del rey y todos sus
poderosos guerreros salieron de Jerusalén para perseguir a Seba. Al llegar
a la gran roca de Gabaón, Amasa les salió al encuentro. Joab llevaba puesta
su túnica militar con una daga sujeta a su cinturón. Cuando dio un paso al
frente para saludar a Amasa, sacó la daga de su vaina.
«¿Cómo estás, primo mío?», dijo Joab, y con la mano derecha lo tomó
por la barba como si fuera a besarlo. Amasa no se dio cuenta de la daga
que tenía en la mano izquierda, y Joab se la clavó en el estómago, de manera que sus entrañas se derramaron por el suelo. Joab no necesitó volver
a apuñalarlo, y Amasa pronto murió. Joab y su hermano Abisai lo dejaron
tirado allí y siguieron en busca de Seba.
Uno de los jóvenes de Joab les gritó a las tropas de Amasa: «Si están
a favor de Joab y D
avid, vengan y sigan a Joab». Pero como Amasa yacía
bañado en su propia sangre en medio del camino, y el hombre de Joab
vio que todos se detenían para verlo, lo arrastró fuera del camino hasta
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