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Samue
2S
–REYES
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Mefiboset se inclinó respetuosamente y exclamó:
—¿Quién es su siervo para que le muestre tal bondad a un p erro muerto
como yo?
Entonces el rey llamó a Siba, el siervo de Saúl, y dijo:
—Le he dado al nieto de tu amo todo lo que pertenecía a Saúl y a su
familia. Tú, tus hijos y tus siervos cultivarán la tierra para él, para que produzca alimento para la casa de tu amo. Pero Mefiboset, el nieto de tu amo,
comerá aquí, a mi mesa. (Siba tenía quince hijos y veinte siervos).
Siba respondió:
—Sí, mi señor el rey, yo soy su siervo y haré todo lo que me ha ordenado.
A partir de ese momento, Mefiboset comió a la mesa de D
avid, como si
fuera uno de los hijos del rey.
Mefiboset tenía un hijo pequeño llamado Mica. A partir de entonces,
todos los miembros de la casa de Siba fueron siervos de Mefiboset. Y Mefiboset, quien estaba lisiado de ambos pies, vivía en Jerusalén y comía a
la mesa del rey.
Después de un tiempo, murió Nahas, rey de los amonitas, y su hijo Hanún
subió al trono. David dijo: «Le mostraré lealtad a Hanún, así como su
padre, Nahas, siempre me fue leal». Entonces D
avid envió embajadores a
Hanún para expresarle sus condolencias por la muerte de su padre.
Pero cuando los embajadores de David llegaron a la tierra de Amón, los
comandantes amonitas le dijeron a Hanún, su amo: «¿Realmente cree que
estos hombres vienen para honrar a su padre? ¡No, D
avid los ha enviado a
espiar la ciudad para luego venir y conquistarla!». Entonces Hanún tomó
presos a los embajadores de David, les afeitó la mitad de la barba, les cortó
los mantos a la altura de las nalgas y los envió avergonzados de regreso
a David.
Cuando llegó a oídos de David lo que había sucedido, envió mensajeros
para decirles a los hombres: «Quédense en Jericó hasta que les crezca la
barba y luego regresen». Pues se sentían muy avergonzados de su aspecto.
Cuando el pueblo de Amón se dio cuenta de qué tan seriamente había
provocado el enojo de D
avid, los amonitas contrataron a veinte mil soldados arameos de infantería de las t ierras de B
et-rehob y Soba, mil del rey
de Maaca y doce mil de la tierra de Tob. Cuando David se enteró, envió a
Joab con todos sus guerreros a pelear contra ellos. Las tropas amonitas se
pusieron en pie de guerra a la entrada de la puerta de la ciudad, mientras
los arameos de Soba y Rehob, junto con los hombres de Tob y Maaca,
tomaron posiciones para pelear a campo abierto.
Cuando Joab vio que tendría que luchar tanto por el frente como por la
retaguardia, eligió a algunas de las tropas selectas israelitas y las puso bajo
su propio mando para luchar contra los arameos a campo abierto. Dejó al
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