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INMERSIÓN
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REINOS
2S
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como mi morada. Sin embargo, dondequiera que fui con los israelitas,
ni una sola vez me quejé ante los jefes de las tribus de Israel, los
pastores de mi pueblo Israel. Nunca les pregunté: ‘¿Por qué no me han
construido una hermosa casa de cedro?’”.
»Ahora ve y dile a mi siervo David: “Esto ha declarado el Señor
de los Ejércitos Celestiales: te saqué de cuidar ovejas en los pastos y
te elegí para que fueras el líder de mi pueblo Israel. He estado contigo
dondequiera que has ido y destruí a todos tus enemigos frente a tus
propios ojos. ¡Ahora haré que tu nombre sea tan famoso como el de
los grandes que han vivido en la tierra! Le daré una patria a mi pueblo
Israel y lo estableceré en un lugar seguro donde nunca será molestado.
Las naciones malvadas no lo oprimirán como lo hicieron en el pasado,
cuando designé jueces para que gobernaran a mi pueblo Israel; y te
daré descanso de todos tus enemigos.
»”Además, el Señor declara que construirá una casa para ti, ¡una
dinastía de reyes! Pues cuando mueras y seas enterrado con tus
antepasados, levantaré a uno de tus hijos de tu propia descendencia
y fortaleceré su reino. Él es quien edificará una casa —un templo—
para mi nombre, y afirmaré su trono real para siempre. Yo seré su
padre, y él será mi hijo. Si peca, lo corregiré y lo disciplinaré con vara,
como lo haría cualquier padre. Pero no le retiraré mi favor como lo
retiré de Saúl, a quien quité de tu vista. Tu casa y tu reino continuarán
para siempre delante de mí, y tu trono estará seguro para siempre”».
Entonces Natán regresó adonde estaba David y repitió todo lo que el
Señor le había dicho en la visión.
Entonces el rey David entró y se sentó delante del S eñor y oró:
«¿Quién soy yo, oh Señor Soberano, y qué es mi familia para que me
hayas traído hasta aquí? Y ahora, Señor Soberano, sumado a todo lo
demás, ¡hablas de darle a tu siervo una dinastía duradera! ¿Tratas a
todos de esta manera, oh Señor Soberano?
»¿Qué más puedo decirte? Tú sabes cómo es realmente tu siervo,
Señor Soberano. Debido a tu promesa y según tu voluntad hiciste
todas estas grandes cosas y las diste a conocer a tu siervo.
»¡Qué grande eres, oh Señor Soberano! No hay nadie como
tú. ¡Nunca hemos oído de otro Dios como tú! ¿Qué otra nación
sobre la tierra es como tu pueblo Israel? ¿Qué otra nación, oh Dios,
has redimido de la esclavitud para que sea tu pueblo? Te hiciste un
gran nombre cuando redimiste a tu pueblo de Egipto. Realizaste
imponentes milagros y expulsaste a las naciones y a los dioses que
le impidieron el paso. Hiciste de Israel tu pueblo para siempre y tú,
oh Señor, llegaste a ser su Dios.
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