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Samue
1S
–REYES
| 22:18–23:11
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Pero los hombres de Saúl se negaron a matar a los sacerdotes del S eñor.
Entonces Saúl le dijo a Doeg:
—Hazlo tú.
Así que ese día Doeg el edomita los atacó y los mató: ochenta y cinco
sacerdotes en total que aún llevaban puestas sus vestiduras sacerdotales.
Después se dirigió a Nob, la ciudad de los sacerdotes, y mató a las familias
de los sacerdotes —hombres y mujeres, niños y recién nacidos— y a todo
el ganado, b urros, ovejas y cabras.
Solamente Abiatar, uno de los hijos de Ahimelec, escapó y huyó a donde
estaba David. Cuando le dijo que Saúl había matado a los sacerdotes del
Señor, David exclamó:
—¡Lo sabía! Cuando vi a Doeg el edomita allí ese día, estaba seguro de
que se lo contaría a Saúl. Ahora soy responsable de la muerte de toda la
familia de tu padre. Quédate aquí conmigo, no tengas miedo; te protegeré
con mi propia vida, porque la misma persona quiere matarnos a los dos.
Un día le llegaron noticias a D
avid de que los filisteos estaban en la ciudad
de Keila robando el grano de los campos de trillar. Entonces D
avid le preguntó al S eñor:
—¿Debo ir y atacarlos?
—Sí, ve y salva a Keila —le dijo el Señor.
Pero los hombres de David le dijeron:
—Tenemos miedo incluso aquí en Judá. ¡De ninguna manera queremos
ir a Keila para luchar contra todo el ejército filisteo!
Así que David consultó de nuevo al S eñor, y de nuevo el S eñor respondió: «Desciende a Keila, porque yo te ayudaré a conquistar a los
filisteos».
Entonces D
avid y sus hombres fueron a Keila. Mataron a los filisteos,
tomaron todos sus animales y rescataron a la gente de la ciudad. Cuando
Abiatar, hijo de Ahimelec, huyó a donde estaba David en Keila, se llevó
consigo el efod.
Pronto Saúl se enteró de que D
avid estaba en Keila. «¡Excelente! —exclamó—. ¡Ya lo tenemos! D
ios me lo entregó en mis manos, porque se ha
quedado atrapado en una ciudad amurallada». Entonces Saúl movilizó a
todo su ejército para marchar hacia Keila y sitiar a David y a sus hombres.
Pero D
avid se enteró de los planes de Saúl y le dijo a Abiatar el sacerdote
que trajera el efod para consultar con el Señor. Entonces David oró:
—Oh Señor, Dios de Israel, he oído que Saúl piensa venir a Keila y
destruirla porque yo estoy aquí. ¿Me traicionarán los líderes de Keila y me
entregarán a él? ¿Y de verdad vendrá Saúl, como me han informado? Oh
Señor, Dios de Israel, te ruego que me digas.
Y el Señor le dijo:
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