Inmersion Reinos NTV - Flipbook - Página 143
Samue
1S
–REYES
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buscarme después. Ahora bien, ¿qué hay de comer? Dame cinco panes o
cualquier otra cosa que tengas.
—No tenemos nada de pan común —respondió el sacerdote—. Pero
aquí está el pan sagrado, el cual pueden comer si tus jóvenes no se han
acostado con alguna mujer recientemente.
—No te preocupes —le aseguró David—. Nunca permito que mis hombres estén con mujeres cuando estamos en plena campaña. Y ya que se
mantienen limpios, aun durante misiones normales, ¡cuánto más en esta!
Como no había otro alimento disponible, el sacerdote le dio el pan sagrado: el pan de la Presencia que se ponía delante del Señor en el tabernáculo. Justo en ese día había sido reemplazado por pan recién horneado.
Aquel día estaba allí Doeg el edomita, jefe de los pastores de Saúl, que
había sido detenido delante del Señor.
David le preguntó a Ahimelec:
—¿Tienes una lanza o una espada? El asunto del rey era tan urgente que
¡ni siquiera me dio tiempo de tomar un arma!
—Solo tengo la espada de Goliat el filisteo, a quien tú mataste en el valle
de Ela —le contestó el sacerdote—. Está envuelta en una tela detrás del
efod. Tómala si quieres, porque es la única que tengo.
—¡Esta espada es sin igual —respondió David—, dámela!
Entonces David escapó de Saúl y fue donde el rey Aquis de Gat. Pero a los
oficiales de Aquis no les agradaba que D
avid estuviera allí. «¿No es este
David, el rey de la tierra? —preguntaron—. ¿No es este a quien el pueblo
honra con danzas, y canta:
“Saúl mató a sus miles,
y David, a sus diez miles”?».
David oyó esos comentarios y tuvo mucho miedo de lo que el rey Aquis
de Gat pudiera hacer con él. Así que se hizo pasar por loco, arañando las
puertas y dejando que la saliva escurriera por su barba.
Finalmente, el rey Aquis le dijo a sus hombres:
—¿Tienen que traerme a un loco? ¡Ya tenemos suficientes de ellos aquí!
¿Por qué habría de permitir que alguien como él sea huésped en mi casa?
Entonces D
avid salió de Gat y escapó a la cueva de Adulam. Al poco
tiempo sus hermanos y demás parientes se unieron a él allí. Luego, comenzaron a llegar otros —hombres que tenían problemas o que estaban
endeudados o que simplemente estaban descontentos—, y David llegó a
ser capitán de unos cuatrocientos hombres.
Después David se dirigió a Mizpa de Moab, donde le pidió al rey: «Por
favor, permite que mi padre y mi madre vivan aquí contigo hasta que
sepa lo que D
ios tiene pensado para mí». Así que los padres de D
avid se
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