Inmersion Reinos NTV - Flipbook - Página 135
Samue
1S
–REYES
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Durante cuarenta días, cada mañana y cada tarde, el campeón filisteo se
paseaba dándose aires delante del ejército israelita.
Un día, Isaí le dijo a David: «Toma esta canasta de grano tostado y estos
diez panes, y llévaselos de prisa a tus hermanos. Y dale estos diez pedazos
de queso a su capitán. Averigua cómo están tus hermanos y tráeme un
informe de cómo les va». Los hermanos de David estaban con Saúl y el
ejército israelita en el valle de Ela, peleando contra los filisteos.
Así que temprano a la mañana siguiente, David dejó las ovejas al cuidado de otro pastor y salió con los regalos, como Isaí le había indicado.
Llegó al campamento justo cuando el ejército de I srael salía al campo de
batalla dando gritos de guerra. Poco tiempo después las fuerzas israelitas
y filisteas quedaron frente a frente, ejército contra ejército. David dejó sus
cosas con el hombre que guardaba las provisiones y se apresuró a ir hacia
las filas para saludar a sus hermanos. Mientras hablaba con ellos, Goliat, el
campeón filisteo de Gat, salió de entre las tropas filisteas. En ese momento,
David lo escuchó gritar sus ya acostumbradas burlas al ejército de Israel.
Tan pronto como las tropas israelitas lo vieron, comenzaron a huir
espantadas.
—¿Ya vieron al gigante? —preguntaban los hombres—. Sale cada día a
desafiar a Israel. El rey ha ofrecido una enorme recompensa a cualquiera
que lo mate. ¡A ese hombre le dará una de sus hijas como esposa y toda su
familia quedará exonerada de pagar impuestos!
David les preguntó a los soldados que estaban cerca de él:
—¿Qué recibirá el hombre que mate al filisteo y ponga fin a su desafío
contra I srael? Y a fin de cuentas, ¿quién es este filisteo pagano, al que se le
permite desafiar a los ejércitos del Dios viviente?
Estos hombres le dieron a David la misma respuesta. Le dijeron:
—Efectivamente, esa es la recompensa por matarlo.
Pero cuando Eliab, el hermano mayor de David, lo oyó hablar con los
hombres, se enojó.
—¿Qué estás haciendo aquí? —le reclamó—. ¿Qué pasó con esas pocas
ovejas que se supone que deberías estar cuidando? Conozco tu orgullo y
tu engaño. ¡Solo quieres ver la batalla!
—¿Qué hice ahora? —contestó David—. ¡Solo hacía una pregunta!
Entonces caminó hacia otros y les preguntó lo mismo, y recibió la
misma respuesta. Entonces le contaron a Saúl la pregunta de David, y el
rey mandó llamarlo.
—No se preocupe por este filisteo —le dijo David a Saúl—. ¡Yo iré a
pelear contra él!
—¡No seas ridículo! —respondió Saúl—. ¡No hay forma de que tú puedas pelear contra ese filisteo y ganarle! Eres tan solo un muchacho, y él ha
sido un hombre de guerra desde su juventud.
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