Inmersion Reinos NTV - Flipbook - Página 131
Samue
1S
–REYES
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oriente de Egipto. Capturó a Agag, el rey amalecita, pero destruyó por
completo a todos los demás. Saúl y sus hombres le perdonaron la vida a
Agag y se quedaron con lo mejor de las ovejas y las cabras, del ganado, de
los becerros gordos y de los corderos; de hecho, con todo lo que les atrajo.
Solo destruyeron lo que no tenía valor o que era de mala calidad.
Luego el S eñor le dijo a Samuel: «Lamento haber hecho a Saúl rey, porque no me ha sido leal y se ha negado a obedecer mi mandato». Al oírlo,
Samuel se conmovió tanto que clamó al Señor durante toda la noche.
Temprano a la mañana siguiente Samuel fue a buscar a Saúl. Alguien le
dijo: «Saúl fue a la ciudad de Carmelo a levantar un monumento en su
propio honor y después continuó a Gilgal».
Cuando por fin Samuel lo encontró, Saúl lo saludó con alegría.
—Que el Señor te bendiga —le dijo—. Llevé a cabo el mandato del
Señor.
—Entonces, ¿qué es todo ese balido de ovejas y cabras, y ese mugido de
ganado que oigo? —le preguntó Samuel.
—Es cierto que los soldados dejaron con vida lo mejor de las ovejas, las
cabras y el ganado —admitió Saúl—, pero van a sacrificarlos al Señor tu
Dios. Hemos destruido todo lo demás.
Entonces Samuel le dijo a Saúl:
—¡Basta! ¡Escucha lo que el Señor me dijo anoche!
—¿Qué te dijo? —preguntó Saúl.
Y Samuel le dijo:
—Aunque te tengas en poca estima, ¿acaso no eres el líder de las tribus
de Israel? El Señor te ungió como rey de I srael, te envió en una misión y
te dijo: “Ve y destruye por completo a los pecadores —a los amalecitas—
hasta que todos estén muertos”. ¿Por qué no obedeciste al S eñor? ¿Por
qué te apuraste a tomar del botín y a hacer lo que es malo a los ojos del
Señor?
—¡Pero yo sí obedecí al Señor! —insistió Saúl—. ¡Cumplí la misión
que él me encargó! Traje al rey Agag, pero destruí a todos los demás. Entonces mis tropas llevaron lo mejor de las ovejas, de las cabras, del ganado
y del botín para sacrificarlos al Señor tu Dios en Gilgal.
Pero Samuel respondió:
—¿Qué es lo que más le agrada al Señor:
tus ofrendas quemadas y sacrificios,
o que obedezcas a su voz?
¡Escucha! La obediencia es mejor que el sacrificio,
y la sumisión es mejor que ofrecer la grasa de carneros.
La rebelión es tan pecaminosa como la hechicería,
y la terquedad, tan mala como rendir culto a ídolos.
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