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INMERSIÓN
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REINOS
1S
| 1:17–2:5
—En ese caso —le dijo Elí—, ¡ve en paz! Que el D
ios de Israel te conceda lo que le has pedido.
—¡Oh, muchas gracias! —exclamó ella.
Así que se fue, comenzó a comer de nuevo y ya no estuvo triste.
Temprano a la mañana siguiente, la familia se levantó y una vez más fue
a adorar al S eñor. Después regresaron a su casa en Ramá. Ahora bien,
cuando Elcana se acostó con Ana, el Señor se acordó de la súplica de ella,
y a su debido tiempo dio a luz un hijo a quien le puso por nombre Samuel,
porque dijo: «Se lo pedí al Señor».
Al año siguiente, Elcana y su familia hicieron su viaje anual para ofrecer
sacrificio al S eñor y para cumplir su voto. Pero Ana no los acompañó y
le dijo a su esposo:
—Esperemos hasta que el niño sea destetado. Entonces lo llevaré al tabernáculo y lo dejaré allí con el Señor para siempre.
—Haz lo que mejor te parezca —acordó Elcana—. Quédate aquí por
ahora, y que el Señor te ayude a cumplir tu promesa.
Así que ella se quedó en casa y amamantó al niño hasta que lo destetó.
Cuando el niño fue destetado, Ana lo llevó al tabernáculo en Silo. Ellos
llevaron un toro de tres años para el sacrificio, una canasta de harina y un
poco de vino. Después de sacrificar el toro, llevaron al niño a Elí. «
Señor,
¿se acuerda de mí? —preguntó Ana—. Soy aquella misma mujer que estuvo aquí hace varios años orando al S eñor. Le pedí al S eñor que me
diera este niño, y él concedió mi petición. Ahora se lo entrego al S eñor, y
le pertenecerá a él toda su vida». Y allí ellos adoraron al Señor.
Luego Ana oró:
«¡Mi corazón se alegra en el Señor!
El Señor me ha fortalecido.
Ahora tengo una respuesta para mis enemigos;
me alegro porque tú me rescataste.
¡Nadie es santo como el Señor!
Aparte de ti, no hay nadie;
no hay Roca como nuestro Dios.
»¡Dejen de ser tan orgullosos y altaneros!
¡No hablen con tanta arrogancia!
Pues el Señor es un Dios que sabe lo que han hecho;
él juzgará sus acciones.
El arco de los poderosos está quebrado,
y los que tropezaban ahora son fuertes.
Los que estaban bien alimentados ahora tienen hambre,
y los que se morían de hambre ahora están saciados.
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