Inmersion Reinos NTV - Flipbook - Página 103
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Rut
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—Es la joven moabita que volvió con Noemí. Esta mañana me pidió
permiso para recoger grano detrás de los segadores. Desde que llegó no ha
dejado de trabajar con esmero, excepto por unos momentos de descanso
en el refugio.
Booz se acercó a Rut y le dijo:
—Escucha, hija mía. Quédate aquí mismo con nosotros cuando recojas
grano; no vayas a ningún otro campo. Sigue muy de cerca a las jóvenes que
trabajan en mi campo. Fíjate en qué parcela están cosechando y síguelas.
Advertí a los hombres que no te traten mal. Y cuando tengas sed, sírvete
del agua que hayan sacado del pozo.
Entonces Rut cayó a sus pies muy agradecida.
—¿Qué he hecho para merecer tanta bondad? —le preguntó—. No soy
más que una extranjera.
—Sí, lo sé —respondió Booz—; pero también sé todo lo que has hecho
por tu suegra desde la muerte de tu esposo. He oído que dejaste a tu padre
y a tu madre, y a tu tierra natal, para vivir aquí entre gente totalmente desconocida. Que el Señor, Dios de Israel, bajo cuyas alas viniste a refugiarte,
te recompense abundantemente por lo que hiciste.
—Espero continuar siendo de su agrado, señor —respondió ella—.
Usted me consoló al hablarme con tanta bondad, aunque ni siquiera soy
una de sus trabajadoras.
Después, a la hora de comer, Booz la llamó:
—Ven aquí y sírvete de la comida. Puedes mojar tu pan en el vinagre.
De modo que Rut se sentó junto a los cosechadores, y Booz le dio a
comer grano tostado. Ella comió todo lo que quiso y hasta le sobró.
Cuando Rut regresó a trabajar, Booz ordenó a sus trabajadores:
—Déjenla recoger espigas aun entre las gavillas, y no se lo impidan.
Además, arranquen de los manojos algunas espigas de cebada y déjenlas
caer a propósito. ¡Permítanle recogerlas y no la molesten!
Así que Rut recogió cebada allí todo el día y cuando la desgranó por
la tarde, llenó toda una canasta. Luego la cargó de vuelta al pueblo y la
mostró a su suegra. También le dio el grano tostado que le había sobrado
de su comida.
—¿Dónde recogiste todo este grano hoy? —preguntó Noemí—.
¿Dónde trabajaste? ¡Que el Señor bendiga al que te ayudó!
Entonces Rut le contó a su suegra acerca del hombre en cuyo campo
había trabajado. Le dijo:
—El hombre con quien trabajé hoy se llama Booz.
—¡Que el Señor lo bendiga! —le dijo Noemí a su nuera—. Nos muestra su bondad no solo a nosotras sino también a tu marido que murió. Ese
hombre es uno de nuestros parientes más cercanos, uno de los redentores
de nuestra familia.
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