Inmersion Profetas NTV - Flipbook - Página 88
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I sa í as
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Ahora bien, ¿puede jactarse el hacha de tener un poder mayor que la
persona que la usa?
¿Es la sierra mayor que la persona que corta?
¿Puede golpear una vara a menos que la mueva una mano?
¿Puede caminar solo un bastón de madera?
Por lo tanto, el Señor, el Señor de los Ejércitos Celestiales,
enviará una plaga entre las orgullosas tropas de Asiria,
y un fuego ardiente consumirá su gloria.
El Señor, la Luz de Israel, será un fuego;
el Santo será una llama.
Devorará con fuego los espinos y las zarzas,
y en una sola noche quemará al enemigo por completo.
El Señor consumirá la gloria de Asiria
igual que un incendio consume un bosque en tierra fértil,
o una plaga a los enfermos.
De ese glorioso bosque, solo sobrevivirán unos cuantos
árboles:
tan pocos que un niño podrá contarlos.
En ese día, el remanente que quedará en Israel,
los sobrevivientes de la casa de Jacob,
ya no seguirán confiando en aliados
que buscan destruirlos.
En cambio, confiarán fielmente en el Señor,
el Santo de Israel.
Un remanente regresará;
sí, el remanente de Jacob regresará al Dios Poderoso.
Pero aunque los hijos de Israel son tan numerosos
como la arena a la orilla del mar,
solo un remanente regresará.
El Señor, con razón, ha decidido destruir a su pueblo.
Sí, el Señor, el Señor de los Ejércitos Celestiales,
ya ha decidido destruir toda la tierra.
Así que esto dice el Señor, el Señor de los Ejércitos Celestiales: «Oh,
mi pueblo de Sión, no temas a los asirios cuando te opriman con vara y
con garrote como lo hicieron los egipcios hace mucho tiempo. Dentro de
poco se acabará mi enojo contra ustedes, y después mi ira se levantará para
destruirlos a ellos». El Señor de los Ejércitos Celestiales los azotará con
su látigo, como hizo cuando Gedeón venció a los madianitas en la roca
de Oreb, o cuando se levantó la vara del Señor para ahogar al ejército
egipcio en el mar.