Inmersion Profetas NTV - Flipbook - Página 54
INMERSOS EN MIQUEAS
significa «¿Quién es como Yahveh?». Así que no
debería sorprendernos que el corto libro de oráculos proféticos de
Miqueas se centre en el carácter único de Dios, especialmente en el
contexto de su relación de pacto con su pueblo.
Miqueas advierte a sus compatriotas en Judá que Dios, como es
santo y quiere que su pueblo sea una luz para el mundo, está a punto
de juzgarlos y castigarlos por su infidelidad. Igual que la gente del
reino del norte de Israel, la gente de Judá explotaba a los pobres y así
violaban las reglas de protección que eran parte de la ley de Moisés
para la gente vulnerable. «¿Cómo podré tolerar a tus mercaderes que
usan balanzas y pesas adulteradas? —le pregunta Dios a través de
Miqueas—. Los ricos entre ustedes llegaron a tener mucho dinero
mediante la extorsión y la violencia». Por lo tanto, advierte Miqueas,
«por causa de ustedes, el monte Sión quedará arado como un campo
abierto; ¡Jerusalén será reducida a escombros!».
Pero los mensajes de Miqueas no terminan en juicio. El Señor del
pacto es, sobre todo, el Dios del perdón, la compasión y la fidelidad a
su pueblo. Miqueas afirma enfáticamente que Dios cumplirá sus promesas de sanidad y restauración. Una vez más en los profetas, la esperanza
tiene la última palabra.
EL NOMBRE MIQUEAS
La colección de oráculos de Miqueas está organizada en tres grupos:
no en forma cronológica, sino temática. Cada grupo comienza con profecías de destrucción antes de presentar las promesas esperanzadoras
de restauración. Un ejemplo de un mensaje de juicio se puede encontrar al comienzo de la tercera serie de oráculos. Aquí Miqueas utiliza
la técnica profética de la «demanda de pacto», al igual que Oseas,
en la que Dios lleva a juicio al pueblo por no guardar el pacto con él:
«¡Escuchen las quejas del Señor! —dice Miqueas—. Él entabla un pleito
contra su pueblo y presentará sus cargos contra Israel».
Dios repasa las historias bíblicas anteriores para mostrar que, de
manera constante, ha protegido a su pueblo y provisto para él. En
respuesta, Miqueas se pregunta en voz alta qué compensación podrían
ofrecer a Dios. Está claro que el pueblo cree que todo lo que necesita
hacer es ofrecer sacrificios y, aún así, se queja de tener que hacer eso.
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