Inmersion Profetas NTV - Flipbook - Página 460
INMERSOS EN JONÁS
J O N Á S E R A U N P R O F E TA ,
pero el libro de Jonás no es un libro de
profecías. Más bien, es un libro sobre el profeta mismo. A diferencia
de los otros libros de este volumen, no presenta una colección de
oráculos pronunciados por Jonás. En lugar de eso, con gran habilidad
literaria, cuenta un relato sobre él. Y parece hacerlo desde un punto de
vista posterior, no como los mensajes de los otros profetas que fueron
registrados durante o poco después de sus vidas.
Según Samuel–Reyes, el profeta Jonás vivió en el reino del norte
de Israel durante el reinado de Jeroboam II, es decir, la primera mitad
del siglo viii a. C. Es difícil tener certeza, pero hay evidencia de que el
libro de Jonás pudo haber sido escrito después del regreso del Destierro para traer algún mensaje particular para el pueblo de Dios en
ese tiempo.
En el relato, Jonás es enviado a anunciar el mensaje de Dios a la
ciudad de Nínive, la capital del poderoso Imperio asirio. Dios destruirá
a Nínive por su maldad. Pero Jonás tiene un problema con esa asignación, e intenta huir de Dios. ¿Cuál es el problema? Teme que los enemigos de Israel, los asirios, finalmente se arrepentirán de su maldad y Dios
no los castigará después de todo. Así lo afirma Jonás más adelante en
el relato: «Sabía que tú eres un Dios misericordioso y compasivo, lento
para enojarte y lleno de amor inagotable. Estás dispuesto a perdonar
y no destruir a la gente».
La descripción de Jonás es exactamente el lenguaje que Dios utilizó para describirse a sí mismo ante Moisés en el tiempo del Éxodo.
Pero Jonás piensa que la compasión de Dios debe ser solamente para
Israel. No comparte la preocupación de Dios por las otras naciones del
mundo. De manera que, a través de una serie de eventos muy particulares, Dios logra que Jonás vuelva a su misión. Jonás es arrojado al mar
durante una tempestad, es tragado por un gran pez y, luego, este lo
vomita en la tierra. Irónicamente, Jonás canta una canción de agradecimiento a Dios por rescatarlo de tan gran peligro personal, al mismo
tiempo que intenta asegurar que Dios no rescate al pueblo de Nínive.
Jonás finalmente llega a Nínive y les comunica una advertencia de
una sola frase: «Dentro de cuarenta días Nínive será destruida». Y
como era de esperar, tal como temía Jonás, el rey de Nínive responde
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