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INMERSIÓN
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P R O F E TA S
3:2-12
El mensajero del pacto a quien buscan con tanto entusiasmo, sin duda
vendrá», dice el Señor de los Ejércitos Celestiales.
«Pero ¿quién será capaz de soportar su venida? ¿Quién podrá mantenerse de pie y estar cara a cara con él cuando aparezca? Pues él será como
un fuego abrasador que refina el metal o como un jabón fuerte que blanquea la ropa. Se sentará como un refinador de plata y quemará la escoria. Purificará a los levitas, refinándolos como el oro y la plata, para que
vuelvan a ofrecer sacrificios aceptables al Señor. Nuevamente el Señor
recibirá las ofrendas que el pueblo de Judá y Jerusalén le lleven, como lo
hizo en el pasado.
»En ese día, yo los pondré a juicio. Estoy ansioso por dar testimonio
contra todos los hechiceros, los adúlteros y los mentirosos. Declararé en
contra de los que estafan a sus empleados con sus sueldos, de los que oprimen a viudas y huérfanos o privan de justicia a los extranjeros que viven
entre ustedes, porque gente que hace estas cosas no me teme», dice el
Señor de los Ejércitos Celestiales.
«Yo soy el Señor y no cambio. Por eso ustedes, descendientes de Jacob,
aún no han sido destruidos. Desde los días de sus antepasados, han despreciado mis decretos y los han desobedecido. Ahora, vuelvan a mí y yo
volveré a ustedes», dice el Señor de los Ejércitos Celestiales.
«Pero ustedes preguntan: “¿Cómo podemos volver cuando nunca nos
fuimos?”.
»¿Debería el pueblo estafar a Dios? ¡Sin embargo, ustedes me han
estafado!
»Pero ustedes preguntan: “¿Qué quieres decir? ¿Cuándo te hemos
estafado?”.
»Me han robado los diezmos y ofrendas que me corresponden. Ustedes están bajo maldición porque toda la nación me ha estado estafando.
Traigan todos los diezmos al depósito del templo, para que haya suficiente
comida en mi casa. Si lo hacen —dice el Señor de los Ejércitos Celestiales—, les abriré las ventanas de los cielos. ¡Derramaré una bendición
tan grande que no tendrán suficiente espacio para guardarla! ¡Inténtenlo!
¡Pónganme a prueba! Sus cosechas serán abundantes porque las protegeré
de insectos y enfermedades. Las uvas no caerán de las vides antes de madurar —dice el Señor de los Ejércitos Celestiales—. Entonces todas las
naciones los llamarán benditos, porque su tierra será un deleite», dice el
Señor de los Ejércitos Celestiales.