Inmersion Profetas NTV - Flipbook - Página 446
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M ala q u í as
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el conocimiento de Dios y la gente debería acudir a él para recibir instrucción, porque el sacerdote es el mensajero del Señor de los Ejércitos
Celestiales. No obstante, ustedes, sacerdotes, han abandonado los caminos de Dios. Sus instrucciones hicieron que muchos cayeran en pecado.
Corrompieron el pacto que hice con los levitas —dice el Señor de los
Ejércitos Celestiales—. Por lo tanto, yo los he vuelto despreciables y los
he humillado ante los ojos de todo el pueblo. Pues no me obedecieron,
sino que mostraron favoritismo en su forma de llevar a la práctica mis
instrucciones».
¿No somos hijos del mismo Padre? ¿No fuimos creados por el mismo
Dios? Entonces, ¿por qué nos traicionamos unos a otros, violando el pacto
de nuestros antepasados?
Judá ha sido infiel y se ha hecho una cosa detestable en Israel y en Jerusalén. Los hombres de Judá han contaminado el amado santuario del Señor,
al casarse con mujeres que rinden culto a ídolos. Que el Señor arranque
de la nación de Israel hasta el último de los hombres que haya hecho esto
y que aun así lleva una ofrenda al Señor de los Ejércitos Celestiales.
Esta es otra cosa que hacen: cubren el altar del Señor con lágrimas;
lloran y gimen porque él no presta atención a sus ofrendas ni las acepta
con agrado. Claman: «¿Por qué el Señor no acepta mi adoración?».
¡Les diré por qué! Porque el Señor fue testigo de los votos que tú y tu
esposa hicieron cuando eran jóvenes. Pero tú le has sido infiel, aunque
ella siguió siendo tu compañera fiel, la esposa con la que hiciste tus votos
matrimoniales.
¿No te hizo uno el Señor con tu esposa? En cuerpo y espíritu ustedes
son de él. ¿Y qué es lo que él quiere? De esa unión quiere hijos que vivan
para Dios. Por eso, guarda tu corazón y permanece fiel a la esposa de tu
juventud. «¡Pues yo odio el divorcio! —dice el Señor, Dios de Israel—.
Divorciarte de tu esposa es abrumarla de crueldad —dice el Señor de los
Ejércitos Celestiales—. Por eso guarda tu corazón; y no le seas infiel a tu
esposa».
Ustedes han cansado al Señor con sus palabras.
«¿Cómo lo hemos cansado?», preguntan.
Lo cansaron diciendo que todos los que hacen el mal son buenos a los
ojos del Señor y que él se agrada de ellos. Lo han fatigado al preguntar:
«¿Dónde está el Dios de justicia?».
«¡Miren! Yo envío a mi mensajero y él preparará el camino delante de
mí. Entonces el Señor al que ustedes buscan vendrá de repente a su templo.