Inmersion Profetas NTV - Flipbook - Página 430
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dice: “Envío esta maldición a la casa de cada ladrón y a la casa de todos los
que juran en falso usando mi nombre. Mi maldición se quedará en esa casa
y la destruirá por completo, hasta las maderas y las piedras”.
Entonces el ángel que hablaba conmigo se adelantó y dijo:
—Mira hacia arriba y fíjate en lo que viene.
—¿Qué es? —pregunté.
—Es una canasta para medir grano —respondió—, y está llena con los
pecados de los habitantes de todo el país.
Entonces fue levantada la pesada tapa de plomo de la canasta y adentro
había una mujer sentada. El ángel dijo: «La mujer se llama Perversidad»,
y la empujó adentro de la canasta otra vez y cerró la pesada tapa.
Entonces miré hacia arriba y vi a dos mujeres que volaban hacia nosotros, planeando con el viento. Tenían alas como de cigüeña, y recogieron
la canasta y levantaron el vuelo.
—¿Adónde llevan la canasta? —le pregunté al ángel.
—A la tierra de Babilonia —me respondió—, donde construirán un
templo para la canasta. Luego, cuando el templo esté listo, colocarán la
canasta allí sobre un pedestal.
Entonces levanté la mirada otra vez y vi cuatro carros de guerra que salían
de entre dos montañas de bronce. El primer carro era tirado por caballos
rojos, el segundo por caballos negros, el tercero por caballos blancos y el
cuarto por poderosos caballos tordos.
—¿Y qué son estos, mi señor? —le pregunté al ángel que hablaba
conmigo.
—Son los cuatro espíritus del cielo que están delante del Señor de toda
la tierra —el ángel contestó—. Ellos salen a hacer su trabajo. El carro con
caballos negros va al norte, el carro con caballos blancos va al occidente y
el carro con caballos tordos va al sur.
Los poderosos caballos estaban ansiosos por salir a vigilar la tierra. Así
que el Señor dijo: «¡Vayan y vigilen la tierra!». Entonces salieron de inmediato a hacer el recorrido.
Luego el Señor me llamó y me dijo: «Mira, los que fueron al norte han
desahogado el enojo de mi Espíritu allí en la tierra del norte».
Entonces recibí otro mensaje del Señor: «Heldai, Tobías, y Jedaías traerán
obsequios de plata y oro de los judíos desterrados en Babilonia. En cuanto
lleguen, encuéntrate con ellos en la casa de Josías, hijo de Sofonías. Acepta
sus obsequios y, con la plata y el oro, haz una corona. Entonces coloca la