Inmersion Profetas NTV - Flipbook - Página 428
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Z acar í as
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porque yo los he dispersado a los cuatro vientos. ¡Sal, pueblo de Sión, tú
que estás desterrado en Babilonia!».
Después de un período de gloria, el Señor de los Ejércitos Celestiales
me envió contra las naciones que los saquearon a ustedes. Pues él dijo:
«Cualquiera que te dañe, daña a mi más preciada posesión. Levantaré mi
puño para aplastarlos y sus propios esclavos los saquearán». Entonces
ustedes sabrán que el Señor de los Ejércitos Celestiales me ha enviado.
El Señor dice: «Grita y alégrate, oh Jerusalén hermosa, porque yo
vengo a vivir en medio de ti. Muchas naciones se unirán al Señor en ese
día y ellos también serán mi pueblo. Viviré entre ustedes y sabrán que el
Señor de los Ejércitos Celestiales me ha enviado a ustedes. La tierra de
Judá será la preciada posesión del Señor en la tierra santa y él elegirá una
vez más a Jerusalén para ser su propia ciudad. Que toda la humanidad
guarde silencio ante el Señor, porque él entra en acción desde su santa
morada».
Entonces el ángel me mostró a Jesúa, el sumo sacerdote, que estaba de pie
ante el ángel del Señor. El Acusador, Satanás, estaba allí a la derecha del
ángel y presentaba acusaciones contra Jesúa. Entonces el Señor le dijo a
Satanás: «Yo, el Señor, rechazo tus acusaciones, Satanás. Así es, el Señor
que eligió a Jerusalén te reprende. Este hombre es como un tizón en llamas
que ha sido arrebatado del fuego».
La ropa de Jesúa estaba sucia cuando estuvo de pie ante el ángel. Entonces el ángel dijo a los otros que estaban allí: «Quítenle esa ropa sucia».
Luego se volvió hacia Jesúa y le dijo: «¿Ya ves? He quitado tus pecados y
ahora te voy a dar esta ropa nueva y fina».
Luego yo dije: «Deben también colocarle un turbante limpio en la cabeza». Así que ellos le pusieron en la cabeza un turbante sacerdotal limpio
y lo vistieron de ropas nuevas, mientras el ángel del Señor permanecía
cerca.
Entonces el ángel del Señor habló solemnemente a Jesúa y le dijo: «El
Señor de los Ejércitos Celestiales dice: “Si tú sigues mis caminos y me
sirves con cuidado, recibirás autoridad sobre mi templo y sus atrios. Permitiré que camines entre los otros que están aquí.
»”Escúchenme, oh Jesúa, sumo sacerdote, y ustedes los demás sacerdotes. Ustedes son símbolos de lo que está por venir. Pronto traeré a mi
siervo llamado el Retoño. Miren ahora la joya que he puesto ante Jesúa,
una sola piedra con siete facetas. Grabaré una inscripción en ella, dice el
Señor de los Ejércitos Celestiales, y en un solo día quitaré los pecados
de esta tierra.
»”En ese día, dice el Señor de los Ejércitos Celestiales, cada uno invitará a su vecino a sentarse en paz bajo sus propias vides e higueras”».