Inmersion Profetas NTV - Flipbook - Página 412
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decida presentar con cada cordero. Con cada canasta de harina, habrá que
entregar unos cuatro litros de aceite de oliva. Cuando el príncipe presente
al Señor una ofrenda quemada o una ofrenda de paz voluntaria, se le
abrirá la puerta oriental al atrio interior y ofrecerá sus sacrificios como lo
hace los días de descanso. Luego saldrá y cerrarán la puerta detrás de él.
»”Cada mañana sacrificarás, como ofrenda quemada al Señor, un cordero de un año sin defecto. Junto con el cordero, se presentará también al
Señor una ofrenda de grano, que consistirá en unos tres litros de harina
selecta con un litro y tercio de aceite de oliva para humedecer la harina.
Esta será una ley perpetua para ti. El cordero, la ofrenda de grano y el aceite
de oliva se entregarán como sacrificio diario, cada mañana, sin excepción.
»”Esto dice el Señor Soberano: si el príncipe le regala un terreno a uno
de sus hijos como herencia, le pertenecerá al hijo y a sus descendientes
para siempre. Sin embargo, si el príncipe, de su herencia le obsequia un
terreno a uno de sus siervos, el siervo solo podrá conservarlo hasta el año
de jubileo, que se celebra cada cincuenta años. Llegado ese tiempo, se devolverá el terreno al príncipe. En cambio, los regalos que el príncipe les dé
a sus hijos, serán permanentes. Además, el príncipe nunca podrá quitarle
a nadie su tierra por la fuerza. Si le regala propiedades a sus hijos, tendrán
que ser de su propia tierra, porque no deseo que ninguno de mi pueblo sea
desalojado injustamente de su propiedad”».
En mi visión, el hombre me llevó por la entrada que había junto a la puerta
y me condujo a las habitaciones sagradas que daban al norte y estaban
asignadas a los sacerdotes. Me mostró un lugar en el extremo occidental
de esas habitaciones y me explicó: «Aquí es donde los sacerdotes cocinarán la carne de las ofrendas por la culpa y de las ofrendas por el pecado, y
donde también hornearán el pan hecho con la harina de las ofrendas de
grano. Usarán este lugar, a fin de no llevar los sacrificios por el atrio exterior
y poner al pueblo en peligro al transmitirle la santidad».
Luego me llevó nuevamente al atrio exterior y me condujo a cada una
de sus cuatro esquinas. En cada esquina vi un recinto. Cada recinto medía
veintiún metros con veinte centímetros de largo por quince metros con
noventa centímetros de ancho, y estaba rodeado por muros. En el lado
interior de esos muros, por todo alrededor, había una saliente de piedra
con chimeneas debajo de toda la saliente. El hombre me dijo: «Estas son
las cocinas que usarán los ayudantes del templo para hervir los sacrificios
ofrecidos por el pueblo».
En mi visión, el hombre me llevó nuevamente a la entrada del templo. Allí
vi una corriente de agua que fluía hacia el oriente por debajo de la puerta
del templo y pasaba por la derecha de la parte sur del altar. El hombre me