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INMERSIÓN
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P R O F E TA S
25:16-32
te envíe beban de ella. Cuando la beban se tambalearán, enloquecidos por
la guerra que enviaré contra ellos».
Así que tomé la copa del enojo del Señor e hice que todas las naciones
bebieran de ella, cada nación a la que el Señor me envió. Fui a Jerusalén y
a las otras ciudades de Judá, y sus reyes y funcionarios bebieron de la copa.
Desde ese día hasta ahora ellos han sido una ruina desolada, un objeto
de horror, desprecio y maldición. Le di la copa al faraón, rey de Egipto, a
sus asistentes, a sus funcionarios y a todo su pueblo, junto con todos los
extranjeros que vivían en esa tierra. También se la di a todos los reyes de la
tierra de Uz, a los reyes de las ciudades filisteas de Ascalón, Gaza y Ecrón,
y a lo que queda de Asdod. Después les di la copa a las naciones de Edom,
Moab y Amón, a los reyes de Tiro y Sidón, y a los reyes de las regiones
al otro lado del mar. Se la di a Dedán, a Tema, a Buz y a la gente que vive
en lugares remotos. Se la di a los reyes de Arabia, a los reyes de las tribus
nómadas del desierto y a los reyes de Zimri, Elam y Media. Se la di a los
reyes de los países del norte, lejanos y cercanos, uno tras otro, es decir, a
todos los reinos del mundo. Finalmente, el mismo rey de Babilonia bebió
de la copa del enojo del Señor.
Entonces el Señor me dijo: «Ahora diles: “Esto dice el Señor de los
Ejércitos Celestiales, Dios de Israel: ‘Beban de la copa de mi enojo. Emborráchense y vomiten; caigan para nunca más levantarse, porque envío
guerras terribles contra ustedes’”. Ahora bien, si se niegan a aceptar la copa,
diles: “El Señor de los Ejércitos Celestiales dice: ‘No les queda más que
beberla. He comenzado a castigar a Jerusalén, la ciudad que lleva mi nombre. ¿Acaso los dejaría a ustedes sin castigo? No, no escaparán del desastre.
Enviaré guerra contra todas las naciones de la tierra. ¡Yo, el Señor de los
Ejércitos Celestiales, he hablado!’”.
»Ahora, profetiza todas estas cosas y diles:
»“El Señor rugirá contra su propia tierra
desde su santa morada en el cielo.
Él gritará como los que pisan las uvas;
gritará contra todos los habitantes de la tierra.
Su grito de juicio llegará hasta los confines de la tierra,
porque el Señor presentará su caso contra todas las naciones.
Él juzgará a todos los habitantes de la tierra,
y matará con la espada a los perversos.
¡Yo, el Señor, he hablado!”».
Esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales:
«¡Miren! ¡Nación tras nación sufrirá calamidades!
¡Se está levantando un gran torbellino de furia
desde los rincones más distantes de la tierra!».