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INMERSIÓN
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P R O F E TA S
24:9–25:14
Jerusalén y a los que viven en Egipto. Los trataré como a higos malos, tan
podridos que no pueden comerse. Los haré objeto de horror y un símbolo
de maldad para todas las naciones de la tierra. En todos los lugares donde
yo los disperse, serán objetos de desprecio y de burla. Los maldecirán y se
mofarán de ellos. Les enviaré guerra, hambre y enfermedad hasta que desaparezcan de la tierra de Israel, tierra que les di a ellos y a sus antepasados».
Este mensaje del Señor, para todo el pueblo de Judá, le vino a Jeremías
durante el cuarto año del reinado de Joacim sobre Judá. Este fue el año en
que el rey Nabucodonosor de Babilonia comenzó a reinar.
Jeremías el profeta le dijo a todo el pueblo de Judá y de Jerusalén: «Durante los últimos veintitrés años —desde el año trece del reinado de Josías,
hijo de Amón, rey de Judá, hasta ahora— el Señor me ha estado dando
sus mensajes. Yo se los he comunicado con toda fidelidad, pero ustedes
no han querido escuchar.
»Una y otra vez, el Señor les ha enviado a sus siervos, los profetas, pero
ustedes no escucharon ni prestaron atención. Todas las veces el mensaje
fue: “Apártense de su mal camino y de sus malas acciones. Solo entonces
los dejaré vivir en esta tierra que el Señor les dio a ustedes y a sus antepasados para siempre. No provoquen mi enojo al rendir culto a ídolos que ustedes hicieron con sus propias manos. Entonces no les haré ningún daño”.
»Pero ustedes no querían escucharme —dice el Señor—. Me pusieron
furioso al rendir culto a ídolos hechos con sus propias manos y trajeron
sobre ustedes todos los desastres que ahora sufren. Ahora el Señor de los
Ejércitos Celestiales dice: “Como ustedes no me han escuchado, reuniré
a todos los ejércitos del norte bajo el mando de Nabucodonosor, rey de
Babilonia, a quien nombré mi representante. Los traeré contra esta tierra,
contra su gente y contra las naciones vecinas. A ustedes los destruiré por
completo y los convertiré en objeto de horror, desprecio y ruina para siempre. Quitaré de ustedes la risa y las canciones alegres. No se oirán más
las voces felices de los novios ni de las novias. Las piedras de molino se
acallarán y las luces de las casas se apagarán. Toda la tierra se convertirá en
una desolada tierra baldía. Israel y las naciones vecinas servirán al rey de
Babilonia por setenta años.
»”Entonces, después que hayan pasado los setenta años de cautiverio, castigaré al rey de Babilonia y a su pueblo por sus pecados —dice el
Señor—. Haré del país de los babilonios una tierra baldía para siempre.
Traeré sobre ellos todos los terrores que prometí en este libro, todos los
castigos contra las naciones anunciados por Jeremías. Muchas naciones y
grandes reyes esclavizarán a los babilonios, así como ellos esclavizaron a