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INMERSIÓN
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P R O F E TA S
15:16–16:7
Cuando descubrí tus palabras las devoré;
son mi gozo y la delicia de mi corazón,
porque yo llevo tu nombre,
oh Señor Dios de los Ejércitos Celestiales.
Nunca me uní a la gente en sus alegres banquetes.
Me senté a solas porque tu mano estaba sobre mí
y me llené de indignación ante sus pecados.
¿Por qué, entonces, continúa mi sufrimiento?
¿Por qué es incurable mi herida?
Tu ayuda parece tan incierta como el arroyo estacional,
como un manantial que se ha secado.
Esto responde el Señor:
—Si regresas a mí te restauraré
para que puedas continuar sirviéndome.
Si hablas palabras beneficiosas en vez de palabras despreciables,
serás mi vocero.
Tienes que influir en ellos;
¡no dejes que ellos influyan en ti!
Pelearán contra ti como un ejército en ataque,
pero yo te haré tan seguro como una pared de bronce fortificada.
Ellos no te conquistarán,
porque estoy contigo para protegerte y rescatarte.
¡Yo, el Señor, he hablado!
Sí, te mantendré a salvo de estos hombres malvados;
te rescataré de sus manos crueles.
El Señor me dio otro mensaje: «No te cases ni tengas hijos en este lugar.
Pues esto dice el Señor acerca de los niños nacidos en esta ciudad y de
sus madres y padres: morirán de enfermedades terribles. Nadie llorará por
ellos ni tampoco los enterrarán, sino que yacerán dispersos sobre el suelo
como si fueran estiércol. Morirán por la guerra y morirán de hambre, y sus
cuerpos serán comida para los buitres y los animales salvajes».
Esto dice el Señor: «No vayas a los funerales para llorar y mostrar compasión por ellos, porque he retirado mi protección y mi paz de ellos; he
quitado mi amor inagotable y mi misericordia. Tanto el grande como el
humilde morirán en esta tierra. Nadie los enterrará ni se lamentará por
ellos. Sus amigos no se cortarán la piel ni se afeitarán la cabeza en señal
de tristeza. Nadie ofrecerá una comida para consolar a quienes estén de