Inmersion Profetas NTV - Flipbook - Página 244
11:5-17
J erem í as
231
me obedecen y hacen todo lo que les mando, serán mi pueblo y yo seré
su Dios”. Esto les dije para poder cumplir mi promesa a sus antepasados
de darles a ustedes una tierra donde fluyen la leche y la miel, la tierra que
hoy habitan’”.
Entonces respondí:
—¡Amén, Señor! Que así sea.
Después el Señor dijo:
—Proclama este mensaje en las calles de Jerusalén. Ve de ciudad en ciudad por toda la tierra y anuncia: “Recuerden el antiguo pacto y hagan todo
lo que exige. Pues les advertí solemnemente a sus antepasados cuando los
saqué de Egipto: ‘¡Obedézcanme!’. He repetido esta advertencia una y otra
vez hasta el día de hoy; pero sus antepasados no escucharon y ni siquiera
prestaron atención, sino que se pusieron tercos y siguieron sus propios
malos deseos. Y debido a que se negaron a obedecer, traje sobre ellos todas
las maldiciones descritas en este pacto”.
El Señor me habló una vez más y dijo: «Descubrí una conspiración
contra mí entre los habitantes de Judá y Jerusalén. Han vuelto a los pecados de sus antepasados. Se han negado a escucharme y rinden culto a
otros dioses. Israel y Judá han roto el pacto que hice con sus antepasados.
Por lo tanto, esto dice el Señor: traeré calamidad sobre ellos y no habrá
escapatoria posible. Aunque supliquen misericordia, no escucharé sus
ruegos. Entonces los habitantes de Judá y Jerusalén clamarán a sus ídolos
y quemarán incienso ante ellos. ¡Pero los ídolos no los salvarán cuando
caiga el desastre! Miren ahora, gente de Judá: ustedes tienen tantos dioses
como ciudades. Tienen tantos altares vergonzosos —altares para quemar
incienso a su dios Baal— como calles hay en Jerusalén.
»Jeremías, no ores más por este pueblo. No llores ni pidas por ellos
porque yo no los escucharé cuando clamen a mí en su angustia.
»¿Qué derecho tiene mi amado pueblo de ir a mi templo
cuando ha cometido tantas inmoralidades?
¿Acaso sus votos y sacrificios pueden evitar su destrucción?
¡En realidad se alegran en hacer lo malo!
Yo, el Señor, antes los llamaba olivo frondoso,
hermoso a la vista y lleno de buen fruto.
Pero ahora he enviado el furor de sus enemigos
para quemarlos con fuego
y dejarlos carbonizados y quebrantados.
»Yo, el Señor de los Ejércitos Celestiales, el que plantó ese olivo, he
ordenado que lo destruyan. Pues los pueblos de Israel y de Judá han hecho
lo malo, y despertaron mi enojo al quemar incienso a Baal».