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INMERSOS EN HABACUC
H A B A C U C V I V I Ó A P R O X I M A D A M E N T E en la misma época de Nahúm, en el
período en que el Imperio babilónico estaba obteniendo predominancia
sobre los asirios. No se nos dice nada explícito sobre el profeta mismo,
pero tenemos algunas claves sugerentes sobre su identidad.
El contenido del libro de Habacuc se presenta en un estilo único, muy
diferente al de los otros libros proféticos. En lugar de traer un mensaje
de Dios para el pueblo, Habacuc entra en un diálogo con Dios. También incluye un canto completo con notaciones musicales. Su queja de
apertura ante Dios se parece a la apertura de un salmo de lamento, una
forma literaria usada por el pueblo de Dios, especialmente después del
Destierro, para expresar dolor.
Al comienzo del libro, se identifica a Habacuc como un profeta. En
esa época, el término profeta se podía aplicar a ciertos levitas que servían en el templo. Eran los responsables de «proclamar los mensajes
de Dios acompañados de liras, arpas y címbalos» como lo expresa Crónicas. Dado el carácter de sus composiciones y el título identificador,
Habacuc bien podría haber sido uno de los músicos del templo. Tenemos otro indicio de esto cuando termina su diálogo con Dios al aceptar
las cosas difíciles que acaba de oír: «El Señor está en su santo templo.
Que toda la tierra guarde silencio delante de él». Esto puede indicar la
estrecha relación del profeta con el templo y que sus mensajes fueron
dichos y registrados allí.
Habacuc comienza quejándose porque el pueblo de Judá está usando
el alivio temporal que siente de la dominación asiria para volver a caer
en la injusticia y la violencia contra la gente vulnerable. Dios responde
que, como consecuencia, pronto permitirá que los babilonios subyuguen al reino de Judá.
Pero Habacuc protesta porque los babilonios son tan crueles e idólatras como los asirios y mucho peores que el pueblo de Judá que
Dios está a punto de castigar. El profeta pregunta: «¿Guardarás silencio
mientras los perversos se tragan a gente más justa que ellos?». Dios
le asegura a Habacuc que, a su debido tiempo, los mismos babilonios
serán juzgados y castigados por su propio pecado: «Esta visión es para
un tiempo futuro. Describe el fin, y este se cumplirá. Aunque parezca
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