Inmersion Profetas NTV - Flipbook - Página 148
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I sa í as
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derramaré mi Espíritu sobre tus descendientes,
y mi bendición sobre tus hijos.
Prosperarán como la hierba bien regada,
como sauces en la ribera de un río.
Algunos dirán con orgullo: ‘Yo le pertenezco al Señor’;
otros dirán: ‘Soy descendiente de Jacob’.
Algunos escribirán el nombre del Señor en sus manos
y tomarán para sí el nombre de Israel”».
Esto dice el Señor, el Rey y Redentor de Israel, el Señor de los Ejércitos
Celestiales:
«Yo soy el Primero y el Último;
no hay otro Dios.
¿Quién es como yo?
Que se presente y les demuestre su poder;
que haga lo que yo he hecho desde tiempos antiguos
cuando establecí a un pueblo y expliqué su futuro.
No tiemblen; no tengan miedo.
¿Acaso no proclamé mis propósitos para ustedes hace mucho
tiempo?
Ustedes son mis testigos: ¿hay algún otro Dios?
¡No! No hay otra Roca, ni una sola».
¡Qué necios son los que fabrican ídolos!
Esos objetos tan apreciados, en realidad, no valen nada.
Los que adoran ídolos no saben esto,
así que todos terminan avergonzados.
¿Quién sino un tonto se haría su propio dios,
un ídolo que no puede ayudarlo en nada?
Los que rinden culto a ídolos caerán en la deshonra
junto con todos esos artesanos —simples humanos—
que se declaran capaces de fabricar un dios.
Tal vez unan sus fuerzas,
pero estarán unidos en el terror y la vergüenza.
El herrero se ubica frente a su fragua para hacer una herramienta
afilada,
martillándola y dándole forma con todas sus fuerzas.
Su trabajo le da hambre y se siente débil;
le da sed y se siente desmayar.
Después el tallador mide un bloque de madera
y sobre él traza un diseño.