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INMERSIÓN
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P R O F E TA S
29:13-22
Así que el Señor dice:
«Este pueblo dice que me pertenece;
me honra con sus labios,
pero su corazón está lejos de mí.
Y la adoración que me dirige
no es más que reglas humanas, aprendidas de memoria.
Por esa causa, una vez más asombraré a estos hipócritas
con maravillas extraordinarias.
La sabiduría de los sabios pasará,
y la inteligencia de los inteligentes desaparecerá».
¡Qué aflicción les espera a los que intentan esconder sus planes del
Señor,
a los que hacen sus malas acciones en la oscuridad!
«El Señor no puede vernos —dicen—;
no sabe lo que está pasando».
¿Será posible que sean tan necios?
¡Él es el Alfarero y, por cierto, es mayor que ustedes, el barro!
¿Acaso la cosa creada puede decir acerca del que la creó:
«Él no me hizo»?
¿Alguna vez ha dicho una vasija:
«El alfarero que me hizo es un tonto»?
Pronto —y no pasará mucho tiempo—
los bosques del Líbano se convertirán en un campo fértil,
y el campo fértil se convertirá en bosque.
En aquel día, los sordos oirán cuando se lean las palabras de un libro
y los ciegos verán a través de la neblina y la oscuridad.
Los humildes se llenarán de una alegría nueva de parte del Señor;
los pobres se alegrarán en el Santo de Israel.
Los burlones ya no existirán,
los arrogantes desaparecerán,
y los que traman el mal serán muertos.
Los que condenan a los inocentes
con sus falsos testimonios desaparecerán.
Un destino parecido les espera a los que usan el engaño para pervertir
la justicia
y mienten para destruir a los inocentes.
Por eso el Señor, quien redimió a Abraham, dice al pueblo de Israel:
«Mi pueblo ya no será avergonzado,
ni palidecerá de temor.