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INMERSIÓN
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P R O F E TA S
24:2-15
Sacerdotes y laicos,
sirvientes y amos,
criadas y señoras,
compradores y vendedores,
prestamistas y prestatarios,
banqueros y deudores: no se perdonará a nadie.
La tierra será totalmente vaciada y saqueada.
¡El Señor ha hablado!
La tierra está de duelo y se seca,
y el suelo se consume y se marchita;
hasta los mejores habitantes de la tierra se consumen.
La tierra sufre por los pecados de sus habitantes,
porque han torcido las instrucciones de Dios,
han violado sus leyes
y quebrantado su pacto eterno.
Por lo tanto, una maldición consume la tierra;
sus habitantes tienen que pagar el precio por su pecado.
El fuego los destruye,
y solo unos cuantos quedan con vida.
Las vides se marchitan,
y no hay vino nuevo;
todos los parranderos suspiran y se lamentan.
Se ha callado el alegre sonido de las panderetas;
ya no se escuchan los felices gritos de celebración
y las melodiosas cuerdas del arpa están silenciosas.
Se han acabado los placeres del vino y del canto;
las bebidas alcohólicas se vuelven amargas en la boca.
La ciudad se retuerce en el caos;
todas las casas están cerradas con llave para que no entren intrusos.
Se reúnen las turbas en las calles, clamando por vino;
el gozo se ha convertido en tristeza
y la alegría ha sido expulsada de la tierra.
La ciudad ha quedado en ruinas,
sus puertas echadas abajo.
Es lo mismo en toda la tierra:
solo queda un remanente,
como las aceitunas sueltas que quedan en el olivo
o las pocas uvas que quedan en la vid después de la cosecha.
Pero los que quedaron, gritan y cantan de alegría;
los del occidente alaban la majestad del Señor.
En las tierras del oriente, denle gloria al Señor;