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INMERSIÓN
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P O E TA S
39:1-12
SALMO 39
Para Jedutún, director del coro: salmo de David.
Me dije: «Tendré cuidado con lo que hago
y no pecaré en lo que digo.
Refrenaré la lengua
cuando los que viven sin Dios anden cerca».
Pero mientras estaba allí en silencio
—sin siquiera hablar de cosas buenas—,
el torbellino en mi interior se hizo cada vez peor.
Cuanto más pensaba,
más me enardecía,
hasta que disparé un fuego de palabras:
«Señor, recuérdame lo breve que será mi tiempo sobre la tierra.
Recuérdame que mis días están contados,
¡y cuán fugaz es mi vida!
La vida que me has dado no es más larga que el ancho de mi mano.
Toda mi vida es apenas un instante para ti;
cuando mucho, cada uno de nosotros es apenas
un suspiro».
Interludio
Somos tan solo sombras que se mueven
y todo nuestro ajetreo diario termina en la nada.
Amontonamos riquezas
sin saber quién las gastará.
Entonces, Señor, ¿dónde pongo mi esperanza?
Mi única esperanza está en ti.
Rescátame de mis rebeliones.
No permitas que los necios se burlen de mí.
En silencio estoy delante de ti; no diré ni una palabra,
porque mi castigo proviene de ti.
¡Pero por favor, deja de castigarme!
Estoy agotado por los golpes de tu mano.
Cuando nos disciplinas por nuestros pecados,
consumes como una polilla lo que estimamos precioso.
Cada uno de nosotros es apenas un suspiro.
¡Oh Señor, oye mi oración!
¡Escucha mis gritos de auxilio!
No cierres los ojos ante mis lágrimas.
Pues soy tu invitado,
un viajero de paso,
igual que mis antepasados.
Interludio