Inmersion Poetas - Flipbook - Page 50
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S almos
Declárame inocente, oh Señor mi Dios, porque tú haces justicia;
no permitas que mis enemigos se rían de mí en mis dificultades.
No les permitas decir: «¡Miren, conseguimos lo que queríamos!
¡Ahora lo comeremos vivo!».
Que sean humillados y avergonzados
los que se alegran de mis dificultades;
que sean cubiertos de vergüenza y de deshonra
los que triunfan sobre mí.
Pero dales mucha alegría a los que vinieron a defenderme;
que todo el tiempo digan: «¡Grande es el Señor,
quien se deleita en bendecir a su siervo con paz!».
Entonces proclamaré tu justicia
y te alabaré todo el día.
SALMO 36
Para el director del coro: salmo de David, el siervo del Señor.
A los malvados el pecado les susurra en lo profundo del corazón;
no tienen temor de Dios en absoluto.
Ciegos de presunción,
no pueden ver lo perversos que son en realidad.
Todo lo que dicen es retorcido y engañoso;
se niegan a actuar con sabiduría o a hacer el bien.
Se quedan despiertos por la noche tramando planes pecaminosos;
sus acciones nunca son buenas;
no hacen ningún intento por alejarse del mal.
Tu amor inagotable, oh Señor, es tan inmenso como los cielos;
tu fidelidad sobrepasa las nubes.
Tu rectitud es como las poderosas montañas,
tu justicia, como la profundidad de los océanos.
Tú cuidas de la gente y de los animales por igual, oh Señor.
¡Qué precioso es tu amor inagotable, oh Dios!
Todos los seres humanos encuentran refugio
a la sombra de tus alas.
Los alimentas con la abundancia de tu propia casa
y les permites beber del río de tus delicias.
Pues tú eres la fuente de vida,
la luz con la que vemos.
Derrama tu amor inagotable sobre los que te aman;
haz justicia a los de corazón sincero.
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