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INMERSIÓN
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P O E TA S
y quién puede penetrar su doble capa de armadura?
¿Quién podría abrir sus mandíbulas a la fuerza?
¡Sus dientes dan terror!
Las escamas en su lomo son como hileras de escudos
fuertemente selladas.
Están tan apretadas
que el aire no puede pasar entre ellas.
Cada escama está fuertemente pegada a la siguiente;
están entrelazadas y nada puede traspasarlas.
»Cuando estornuda, ¡lanza destellos de luz!
Sus ojos son como el rojo del amanecer.
De su boca saltan relámpagos;
destellan llamas de fuego.
Humo sale de sus narices
como el vapor de una olla calentada al fuego hecho
de juncos.
Su aliento podría encender el carbón,
porque de su boca salen llamaradas.
»La tremenda fuerza del cuello del Leviatán
infunde terror dondequiera que va.
Su carne es dura y firme
y no se puede traspasar.
Su corazón es duro como la roca,
duro como piedra de molino.
Cuando se levanta, los poderosos tienen miedo;
el terror se apodera de ellos.
No hay espada que pueda detenerlo
ni lanza, ni dardo, ni jabalina.
El hierro no es más que paja para esa criatura,
y el bronce, madera podrida.
Las flechas no lo hacen huir;
las piedras tiradas con honda son como trocitos de hierba.
Los garrotes son como una brizna de hierba,
y se ríe del silbido de las jabalinas.
Su vientre está cubierto de escamas tan afiladas como el vidrio;
escarba el suelo cuando se arrastra por el barro.
»El Leviatán hace hervir el agua con su sacudimiento;
agita las profundidades como una olla de ungüento.
Deja en su estela agua reluciente
que hace que el mar parezca blanco.
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