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INMERSIÓN
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P O E TA S
»Ciertamente la luz de los malvados se apagará;
las chispas de su fuego no brillarán.
La luz en su carpa se oscurecerá;
la lámpara colgada del techo se extinguirá.
La zancada confiada de los malvados se acortará.
Sus propias artimañas provocarán su ruina.
Los malos quedan atrapados por una red;
caen en el pozo.
Una trampa los agarra por los talones;
el cepo los aprieta con fuerza.
Un lazo está escondido en el suelo;
una cuerda atraviesa su camino.
»El terror rodea a los malvados
y les causa problemas a cada paso.
El hambre agota sus fuerzas
y la calamidad queda a la espera de que tropiecen.
La enfermedad les carcome la piel;
la muerte devora sus miembros.
Son arrancados de la seguridad de sus hogares
y llevados al rey de los terrores.
Los hogares de los malvados se quemarán por completo;
azufre ardiente llueve sobre sus casas.
Sus raíces se secarán
y sus ramas se marchitarán.
Desaparecerá de la tierra todo recuerdo de su existencia;
nadie se acordará de sus nombres.
Serán sacados de la luz, arrojados a las tinieblas
y expulsados del mundo.
No tendrán hijos ni nietos,
ni habrá sobrevivientes donde habitaban.
La gente del occidente se queda consternada por su destino,
y la gente del oriente está horrorizada.
Dirán: “Este fue el hogar de una persona malvada,
el lugar de alguien que rechazó a Dios”».
Entonces Job volvió a hablar:
«¿Hasta cuándo me torturarán?
¿Hasta cuándo intentarán aplastarme con sus palabras?
Ya me han insultado diez veces.
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