Inmersion Poetas - Flipbook - Page 295
282
INMERSIÓN
•
P O E TA S
9:13-31
Dios no contiene su enojo;
aun los monstruos del mar son aplastados bajo sus pies.
»Así que, ¿quién soy yo para intentar responder a Dios
o incluso razonar con él?
Aunque yo tuviera razón, no tendría ninguna defensa;
solo podría rogar misericordia.
Y aunque lo llamara y él me respondiera,
dudo que me preste atención.
Pues él me ataca con una tormenta
y vez tras vez me hiere sin motivo.
No me deja recobrar el aliento
sino que me llena de amargas tristezas.
Si es cuestión de fuerza, él es el fuerte,
y si de justicia, ¿quién se atreverá a llevarlo al tribunal?
Aunque soy inocente, mi boca me declararía culpable;
aunque soy intachable, la misma boca demostraría que soy malvado.
»Soy inocente,
pero para mí no marca ninguna diferencia;
desprecio mi vida.
Inocente o perverso, para Dios es lo mismo,
por eso digo: “Él destruye tanto al intachable como al perverso”.
Cuando azota la plaga,
él se ríe de la muerte del inocente.
Toda la tierra está en manos de los malvados,
y Dios ciega los ojos de los jueces.
Si no es él quien lo hace, ¿entonces quién?
»Mi vida pasa más rápido que un corredor
y se va volando sin una pizca de felicidad;
desaparece como un barco veloz hecho de papiro,
como un águila que se lanza en picada sobre su presa.
Si decidiera olvidar mis quejas,
abandonar mi cara triste y alegrarme,
aun así le tendría pavor a todo el dolor
porque sé que tú, oh Dios, no me encontrarías inocente.
Pase lo que pase, seré declarado culpable;
entonces, ¿para qué seguir luchando?
Incluso aunque me lavara con jabón
y limpiara mis manos con lejía,
me hundirías en un pozo lleno de lodo,
y mis propias ropas sucias me odiarían.